Aida López Gómez es la más veterana del mercado de San Agustín, lleva 54 años despachando en la plaza, primero, en un puesto de verduras, ahora, en uno de pescado. "Yo me levanto a las cuatro y media de la mañana porque voy al muelle a comprar el pescado y llego a mi casa a las tres de la tarde. El puesto no da para contratar a otra persona, así que, no podemos ampliar el horario de apertura", comenta López, que ha visto cómo la plaza y su clientela han ido cambiando a lo largo de los años. "Ahora la gente joven no viene a la plaza y tampoco quiere ver puestos de pescado", resume, es por ello por lo que, desde su punto de vista, se podrían reordenar los espacios que ocupan para que el mercado resulte más atractivo a los clientes.

Luisa Mosquera abrió O Poliño Tolo el pasado agosto dice que fue clienta de San Agustín durante veinte años y que, en 2017, se convirtió en placera. ¿Qué se podría hacer para mejorar el mercado? Mosquera lo tiene claro: "Tendrían que separarnos de los supermercados, no podemos competir en precio con ellos, aunque sí en calidad y en trato", comenta.

La presidenta de la Asociación de Vendedores del Mercado de San Agustín, Ángela Barrán, incide en que, actualmente, se puede optar a un puesto "por autorización de uso", casi como un alquiler, lo que podría dar nueva vida a las tiendas que están cerradas. Apuesta por que entren nuevos productos y nuevas ideas en San Agustín, sin dejar de lado "el relevo generacional en los puestos tradicionales". "Tenemos que empezar a abrir el mercado al entorno con actividades por y para los vecinos. La plaza es un espacio natural de encuentro y vida de los pueblos y ciudades . No debemos dejarlos morir", comenta Barrán.