Una pirómana aceptó ayer ser condenada a cuatro años y medio de cárcel por provocar más de una decena de incendios forestales, algunos cercanos a viviendas, en el término municipal de Cerceda, en agosto de 2016, cuando se alcanzaron temperaturas de 33 grados. La procesada, que permaneció un año y medio en prisión preventiva, también deberá abonar una multa de 1.890 euros y tendrá que pagar a la Xunta 828 euros por los gastos de extinción de los incendios.

La imputada llegó a un acuerdo con la Fiscalía sobre la condena, por lo que el juicio, previsto para ayer, no se celebró. El tribunal le aplicó la atenuante simple de reparación del daño. La sospechosa se declaró culpable de un delito continuado de incendio forestal y admitió haber quemado unas 22 hectáreas de terreno. La mujer utilizaba velas aromáticas, papel, pañuelos y mecheros para prender los fuegos. La Guardia Civil comenzó a seguirle la pista tras comprobar que la persona que incendiaba el monte se movía en un radio de 3 kilómetros y que actuaba a primera hora de la mañana o de la tarde. El patrón coincidía con el de la sospechosa, pues efectuaba desplazamientos en esas franjas horarias por esas localidades al volante de su vehículo, para dejar a su marido en la gasolinera en la que trabajaba. El hombre estaba empleado por turnos, por lo que una semana trabajaba de mañana y, otra, de tarde.

La condenada aprovechó las altas temperaturas, la humedad y el viento para incendiar los montes. De hecho, admitió que sabía que Cerceda tenía "un alto riesgo de incendios extremo" durante el verano de 2016. Los fuegos en el municipio se registraron desde mediados del mes de julio hasta el 12 de agosto, cuando la investigada fue detenida in fraganti.

Los agentes de la Guardia Civil que la arrestaron en las inmediaciones de un incendio le intervinieron en los bolsillos un mechero, dos velas pequeñas, papel y pañuelos. Durante el registro del vehículo se incautaron de cinco velas, seis mecheros, uno de ellos de cocina, y una caja de cerillas.

Los funcionarios constataron que la procesada plantó al menos los focos del día 12 de agosto de 2016, cuando la detuvieron. Ese día, tras dejar a su marido en la gasolinera de Cerceda, sobre las siete de la mañana, de dirigió a una zona forestal y plantó el primer foco de fuego valiéndose del material que llevaba en el automóvil -velas, mecheros y papel-. Un vecino de la aldea lo avistó y lo apagó por sus propios medios. Mientras el hombre extinguía el fuego, la pirómana plantó otro foco a 140 metros del anterior y a solo 20 metros de una casa. El vecino volvió a verlo y lo apagó. Después, la condenada se desplazó hasta una nave del Concello de Cerceda que está rodeada por un bosque de pinos. La mujer dejó una vela encendida en la zona, pero huyó cuando detectó la presencia de un trabajador.

La procesada se trasladó a otra área forestal del municipio e incendió seis parcelas, para lo que usó el mismo procedimiento. Las llamas afectaron a eucaliptos, pinos, castaños y robles. Los bomberos intervinieron en la zona y el coste de la extinción se tasó en 828 euros. La mujer plantó otros dos focos en otra parcela cercana. Estos fuegos no llegaron a extenderse más, según destaca el Ministerio fiscal, gracias a la "rápida intervención de los agentes que seguían a la sospechosa". Algunos de los focos estaban muy próximos a una vivienda unifamiliar habitada.

La Fiscalía señala en su escrito de calificación sobre los hechos que no pudo probarse que la procesada provocase otros cinco incendios originados en esas fechas en el municipio de Cerceda. Ninguno de los fuegos que causó afectó a espacios naturales protegidos, por lo que el representante del Ministerio público señala que ocasionó un impacto ambiental "moderado".