En sus últimos días, una mujer muy beata les indica a sus hijas el vestido con el que quiere que la entierren. El traje, según les comunica, se encuentra en una caja que hay sobre el armario, lleno de los recatados conjuntos con los que a la señora le gustaba vestirse. Las hermanas, sin embargo, no encuentran ese tipo de indumentaria en lo alto del mueble tras el fallecimiento. En su lugar se topan con un llamativo y escotado vestido de cola, con el que, aunque sorprendidas, visten a su madre en el velatorio. "Estaban sobrecogidas, pero querían cumplir su última voluntad. Después, haciendo limpieza, encontraron otra caja, en la que había un traje de luto negro abotonado hasta arriba", cuenta Carmen Conde, que recoge la historia en su último espectáculo, Premios Darwin.

El relato de la desafortunada mujer es solo uno de los muchos que la humorista ha reunido para su show, que comenzará esta noche a las 21.00 horas en la sala Mardi Gras. En él, la cómica convierte en humor un tema espinoso, la muerte, al que saca el lado divertido a partir de las anécdotas más descabelladas. "Fui por toda Galicia recogiendo historias que sucedieron de verdad y que tienen que ver con muertes absurdas", explica la humorista, que escoge como marco una entrega de premios para realizar su show.

Como toda gala, la de los Premios Darwin está dividida en categorías. Los nominados se reparten entre los que no pudieron salvarse (Rigor Mortis), los que "se libraron aunque tenían todas las papeletas" (Mortis Interruptus), y los trabajadores vinculados al área de la defunción (Tánatos). En este festival de humor negro, hay hueco también para el premio a la Mejor Muerte Extranjera, así como para el audiovisual, con el que Conde le da la vuelta a la costumbre de las galas de recordar a los artistas fallecidos ese año. "Yo lo hago al revés, recuerdo a los que sobreviven. Famosos de todo el mundo que son muy mayores, pero que siguen", cuenta la humorista, que recorrió durante meses la comunidad en busca del lado ridículo de la muerte.

Encontrarlo, afirma, fue más fácil de lo que podría imaginarse. Tras hacer una llamada por redes sociales, Conde realizó varias entrevistas personales con los conocedores de las historias, muchas veces vecinos o familiares dispuestos a compartir sus relatos. Pronto, el material la "sobrepasó". "Hoy tengo excedente de muerte, todo el mundo conoce alguna absurda", dice la artista, que reconoce que "al principio no tenía claro cómo reaccionaría el público" a un proyecto como el suyo. "Es un tema muy oscuro, y pensé que a lo mejor no les hacía gracia, pero se ríen un montón", asegura la cómica.

El modo de contarlo, "sin espíritu ofensivo", y la relación de los espectadores con la muerte son aspectos clave en la acogida. Cuenta Conde que la del público gallego siempre es buena, tanto por el gusto por el humor negro como por la familiaridad con la que se tratan los adioses. "Tenemos la muerte muy naturalizada, y el humor es una buena manera de tratar temas de peso", explica la cómica, que recibía el premio de Hipócrita Teatro a la Mejor Comedia por su espectáculo.

Para finales de año, la artista ya prepara otro, con un tema más optimista, pero igual de sorprendente. "Estoy hablando con ancianas sobre la erótica de aquellos tiempos. Ya he empezado a recoger las historias, y está siendo glorioso", concluye entre risas.