A veces, el recuerdo del mejor momento de la semana no viene al instante a la cabeza de los más pequeños, hace falta dejar descansar la imaginación, escuchar a los demás y elegir. A veces, es difícil hacerlo porque hay muchas posibilidades, otras, no tanto, porque no hay nada que se merezca la etiqueta de momento feliz, así que, una buena manera de darle la vuelta a la situación es pensar que lo bueno está por llegar y que el mejor momento de la semana puede ser esa clase atípica en la que los exámenes se quedan a un lado. Una jornada con clase Mus-E en el centro San Pedro de Visma es un día diferente, en el que el arte entra en las aulas y en la biblioteca, en el que las lecciones las dan artistas y en el que, según la actividad, no es necesario, ni siquiera, dejarse los zapatos puestos.

La fundación Yehudi Menuhin es la ideóloga de esta nueva manera de entender la formación escolar y son los centros y su profesorado los que se encargan de ponerlo en práctica, de abrirle las puertas a artistas especializados en danza, en artes plásticas y en arte dramático para que "desbaraten" su mundo, según explica el actor Ramiro Neira. También abren la puerta a las familias, para que se involucren en una manera diferente de aprender y para que les ayuden a sentar las bases para que sus pequeños sepan vivir en un mundo en el que las cosas no siempre salen bien y en el que hay muchas realidades diferentes.

Durante el año pasado, en la ciudad, se realizaron 327 sesiones Mus-E en los tres centros, en las que participaron 390 escolares, de veinte clases. El Concello aporta 5.000 euros anualmente y confirmó que mantendrá la ayuda en el futuro.

En una de las clases Mus-E que se desarrollaron ayer en San Pedro de Visma, los alumnos de la clase A del tercer curso de Primaria se dieron la mano para correr con sus compañeros. En parejas tenían que avanzar si, por ejemplo, alguno de sus padres no había nacido en España o si no le gustaba el brécol. "Lo hacemos porque respetamos a nuestra compañera. No significa que, de repente, nos vaya a gustar el brécol, pero sí que la acompañamos a ella con sus gustos", explicaba ayer Neira, en el medio del aula. Es el tercer año que el colegio San Pedro de Visma participa en este proyecto, de la mano de la fundación Paideia, del Concello y la Xunta.

En la sesión de danza, otra clase trabajaba en grupos sobre las emociones y cómo se pueden expresar con movimientos. ¿Cómo sería la alegría si se pudiese bailar? ¿Cómo sería el enfado si sonase la música y no hubiese normas?

El director del colegio San Pedro de Visma, Juan Manuel Pérez, destacó ayer que este proyecto ayuda mucho, sobre todo en un centro en el que hay alumnos de más de 21 nacionalidades y en el que es muy importante saber "cómo resolver conflictos". La directora del centro Raquel Camacho, Rosa Mosteiro, destacó ayer que, este programa -aunque su centro solo cuenta con clases Mus-E de danza y de artes escénicas en los cursos de cuarto a sexto de Primaria- cobra una importancia especial en su colegio donde la diversidad está tan presente. "Trabajamos las emociones, saber gestionarlas y expresarlas, pero también la inclusión", resumió ayer Mosteiro. En el instituto Rafael Dieste, los alumnos no son tan pequeños, así que, en estas clases lo que hacen, además de liberarse un poco de la presión de los contenidos que tienen que aprender para aprobar el curso, es convivir con los cambios y la diversidad, con la importancia de valorar la diferencia y con el secreto de conocerse a sí mismos para saber cuáles son las potencialidades y capacidades.