Ibon Areso es arquitecto urbanista de formaciónIbon Aresourbanista , dirigió la oficina municipal que elaboró el plan general de Bilbao y, en 2014, ocupó la Alcaldía (PNV), tras la muerte de Iñaki Azkuna. Fue uno de los consejeros de Bilbao Ría 2000, la entidad que impulsó y articuló la regeneración de la fachada de la ciudad.

- ¿Qué paralelismos se pueden establecer entre la regeneración de la ría de Bilbao y la remodelación urbanística a la que se enfrenta A Coruña una vez que se liberen los muelles interiores de su actividad portuaria?

-En cualquier ciudad, el frente de agua es el elemento de mayor potencialidad urbana, el más atractivo y el que requiere mayor puesta en valor. En el caso de A Coruña es el mar, en otras es un lago y en el nuestro era un río. Estas operaciones de abrir las ciudades a su frente de agua no siempre han sido pacíficas porque los puertos han tenido que defender las zonas portuarias, aunque ahí ha habido un cambio de paradigma. Antes los puertos necesitaban mucha línea de atraque y poco fondo para depositar mercancías porque podían estar mucho tiempo atracados en esos muelles. Ahora, los nuevos barcos tienen que estar poco tiempo en el puerto y mucho navegando y eso requiere poca línea de muelle y mucha superficie logística. Eso hace que estos muelles históricos que tenían mucha longitud y ocupaban mucho espacio de frente de ciudad se puedan ir recuperando.

- El proyecto de renovación de la fachada marítima se fraguó cuando la burbuja urbanística estaba en auge, ¿cambia la manera de entender qué se debe hacer en estos terrenos ahora que la coyuntura económica es otra?

-Sí, pero más que en lo que se debe hacer, diría que influye más en los tiempos. En Bilbao, la primera modificación que tuvimos de nuestro frente de agua fue en la época de la burbuja inmobiliaria, cuando iba estupendamente, y eso nos dio un proceso muy rápido. Ahora estamos con una segunda fase y, aunque ya se empieza a salir un poco de la crisis, porque esto no es como hace cinco años, cuando no se construía nada, no es tanto que hagamos cosas diferentes sino que vamos más despacio. Más que un modelo de ciudad diferente, lo que pasa es que se materializa más lento.

-En A Coruña se pretende dar voz a la ciudadanía, también en Bilbao lo hicieron, en cierto modo, ¿es un factor importante lo que digan los vecinos?

-Pues... ¿qué quiere que le diga? Lo políticamente correcto es decir que sí, que lo que dice la ciudadanía es fundamental, pero, en nuestro caso, que estábamos en una crisis muy profunda, hizo falta echar mano del liderazgo y de la visión de futuro. El liderazgo no quiere decir que sea unipersonal sino compartido entre las administraciones que se conjugaron para sacar a Bilbao del hundimiento industrial en el que estaba. Yo no lo dejaría todo a la ciudadanía porque, a veces, se quedan en grandes discusiones, se teoriza mucho y la realidad de cómo se puede materializar es mucho más compleja de lo que aparentemente se puede pensar desde una asociación vecinal. Tiene que haber un equilibrio entre participación y de liderazgo público.

- ¿Lo más complicado fue el acuerdo de mínimos entre todas las instituciones para empezar a hacer el proyecto?

-Sí, esa es la clave del éxito de Bilbao. Se suele decir que lo difícil es conjugar lo público y lo privado pero lo que es verdaderamente complicado es el encuentro de lo público con lo público. En nuestro caso, tuvimos que poner de acuerdo a la Administración española, a la vasca, a la provincia de Vizcaya, al Gobierno foral y al municipal que son muy celosas de sus presupuestas y de sus competencias. Ponerlas a remar en la misma dirección suele tener sus complicaciones.

- Están con la segunda fase de la regeneración, ¿cometieron muchos errores en la primera?

-Creo que no y Bilbao se ha considerado internacionalmente como un ejemplo de buenas prácticas. Claro que siempre puede haber discusiones de si había que haber mantenido más elementos preexistentes o de si está bien que una regeneración más profunda...

- ¿Cómo se llega a ese acuerdo entre instituciones, porque aquí hay intereses políticos y económicos encontrados?

-Nosotros lo conseguimos porque Bilbao estaba en el fondo de un pozo. Lo que hicimos fue crear un organismo gestor participado por los cuatro niveles de la Administración, una sociedad que se llamó Bilbao Ría 2000, con el que redactamos los acuerdos.

- ¿Tuvieron muchos conflictos entre ustedes y con la ciudadanía para realizar este proyecto?

-Al principio, no. Lo que hicimos fue quitarnos protagonismos para sacar el proyecto hacia adelante en un momento de una profunda crisis con un 25% de paro en el área metropolitana. Con ayuntamientos que llegaban a un 30% de paro, la gente no entendería que las administraciones nos estuviésemos peleando. Estar en una situación tan desfavorable como la que nosotros tuvimos en los ochenta nos ayudó.

- ¿Está A Coruña demasiado bien como para que los acuerdos lleguen pronto?

-No está tan mal como nosotros, por eso se prevé que sea más complicado llegar a acuerdos.