De la nada al todo en Bilbao. Del pasado de lujo, vela y coche de Valencia, a un futuro de rehabilitación urbanística y emocional condicionado por la deuda. De un paso en falso tras los Juegos de Barcelona a la reconquista del frente litoral. Especialistas y representantes de diferentes puertos compartieron ayer en Palexco, dentro del foro Tecendo litoral, sus experiencias de transformación, ya casi completadas con éxito, como la de la capital vizcaína, o en fase de replanteamiento como la de la Ciudad Condal. A Coruña se mira en el espejo a través de estas experiencias y en torno a temas como la relación puerto-ciudad, los posibles usos de los muelles liberados o las dificultades para alcanzar acuerdos políticos.

EValencia: donde nunca se pensó en el día siguiente. El economista urbano Ramón Marrades asumió el cargo de director estratégico de la Marina Real de Valencia cuando el nuevo alcalde Joan Ribó (Compromís) sucedió a Rita Barberá (PP) y cambió la cúpula del endeudado consorcio que gestiona los terrenos portuarios, cedidos gratuitamente a la ciudad por la Autoridad Portuaria tras la celebración de dos ediciones de la Copa del Rey y de carreras de la Fórmula 1, además del puerto viejo, en desuso.

Ramón Marrades relató ayer que en el Consorcio de Valencia no se pensó en el día siguiente, no se pensó en qué pasaría cuando se acabase la Fórmula 1, tampoco en qué pasaría si Madrid no salía nunca elegida para acoger unos Juegos Olímpicos. "Un centro comercial en una zona portuaria nunca funciona, eso es así", decía ayer Marrades, que apuesta por contestar con sostenibilidad a un urbanismo que se decanta por el lujo y el elitismo y que, cuando vienen mal dadas, se sienta a esperar "la llegada de un inversor de Singapur que devuelva las carreras a la ciudad, que monte un casino y un hotel de seis estrellas".

Valencia ha vivido de espaldas al mar, partiendo de que fue creada por los romanos a seis kilómetros del agua para evitar los ataques marítimos. Desde hace algo más de dos años, ha habido un viraje. La idea ya no es tirar para volver a construir espacios más lujosos, sino rehabilitar los edificios que hay y "reforzar los usos públicos existentes", así como "eliminar las barreras arquitectónicas". Hay otro proceso aparejado a este, que no se ve tanto, pero que es, si cabe más importante, y es blindar que estas actuaciones sean "irreversibles", que nadie pueda, aunque cambie el gobierno, vender los terrenos para que se instalen grandes superficies. En Valencia siguieron también el ejemplo de Bilbao de que la cultura es vida, así que, entre los proyectos a los que se enfrentaron, está la rehabilitación de una pérgola que estaba abandonada y en la que, todos los domingos tocan las bandas de música de la ciudad. "Se eliminan barreras emocionales", concluyó ayer Marrades.

Cambiaron la imagen, recuperaron la toponimia y le dieron cabida a proyectos que iban más allá de construir "un funicular o un casino" y visibilidad a actividades económicas y tradicionales que siempre habían estado ahí, pero que nadie o casi nadie conocía, como la pesca. Defiende, al igual que otros intervinientes, que un puerto tiene que ser un puerto, con actividad económica pero también inclusiva y no solo "jóvenes con Mac, que vayan a trabajar a coworkings".

¿Y qué pasa con las cuentas? En 2015, el Consorcio tenía una deuda de 450 millones y Marrades está seguro de que no se podrá devolver íntegramente. En dos años, este órgano gestor ha conseguido pasar de perder 1,2 millones de euros a ganar casi 100.000 -deudas aparte-. "Demostramos que puede funcionar sin economía especulativa", defiende Marrades que estima que se podrán devolver 30 o 60 millones de la deuda.

EMaó: la banalización de la actividad portuaria. El arquitecto Toni Vidal, especialista en la relación entre arquitectura y puerto, elabora una tesis doctoral sobre Maó (Mahón, en la isla de Menorca). Explicó ayer que el municipio empezó a contar con servicios a los que nunca hubiese tenido acceso si no fuese por su posición estratégica: una fortaleza, un lazareto y un hospital central, también la primera compañía eléctrica de las Baleares. En cinco años, de 1961 a 1964, se vivió en el municipio un "fenómeno hotelero", se construyeron siete establecimientos y, para los turistas que venían a la ciudad, era necesaria la creación de nuevos servicios. Maó apostó por el turismo y por la "especulación" en lugar de por el "equilibrio" que requería la necesidad de ofrecer vivienda a las personas que residían en el municipio, incluso a las que lo visitaban, y la actividad industrial que, por aquel entonces, tenía en la el puerto un gran exponente. En Ciutadella, muy cerca de Maó, se construyó un puerto exterior y eso generó que los muelles se quedasen sin actividad.

¿Qué están haciendo? "En ausencia de actividades tradicionales, el puerto natural se ha convertido en un espacio recreativo destinado a cruceros", según explica Vidal. El puerto, como una marina de lujo en el que ya no queda nada de la tradición marítima del lugar. "Es la banalización de lo portuario", describió ayer Vidal, que apuesta no solo por la parte bonita y lujosa de las láminas de agua de la ciudad, sino también por toda la actividad que se genera a su alrededor y que da vida a la zona, haciendo del puerto algo más que un terreno lineal, en el que está la frontera de la tierra y el mar. Pone como ejemplo de la falta de interés de las administraciones por mantener sus señas de identidad: "Desmontaron un tocón que permitía el atraque de los ferris, que ahora tienen que ir a la otra punta, porque está más cerca de la península y dejaron sin uso la terminal de ferris que estaba integrada en la ciudad". Sobre darle una nueva vida, Vidal propone, desde su estudio de arquitectura, que el puerto siga siendo una entidad compleja, en la que se puedan conjugar "actividades industriales sucias" con la presencia de un gran parque urbano o la recuperación, con intervenciones mínimas, de espacios en desuso de la base naval.

EBilbao: menos ciudad dormitorio y más "economía del saber". Eran los tiempos de la heroína, el desempleo y la desindustrialización, así que, según cuenta el urbanista y exalcalde de Bilbao Ibon Areso Ibon Areso (PNV), eso ayudó a las instituciones públicas a dejar de lado sus siglas y sus intereses de partido para conseguir revitalizar una ciudad, la suya, que les había dado de comer durante muchos años. Antes de ser regidor, fue el director de la oficina municipal que elaboró el nuevo Plan General de Ordenación de Bilbao que dio pie a la transformación de la ciudad. Formaron el consorcio Ría 2000, con un consenso también beneficiado de la coyuntura política, con Aznar necesitado en Madrid de los votos del PNV. En la sociedad, nadie tiene mayoría, con participación de todas las administraciones. La Sepes (Estado) se quedó un 25%, el Puerto un 10%, Adif un 15%, el Gobierno vasco un 15%, la Diputación foral otro 15%, el Ayuntamiento de Bilbao un 15% y el de Barakaldo, un 5%.

"Nosotros no pensábamos en el medio ambiente cuando regeneramos la ría", explicó Areso. Su principal objetivo, para entonces, era volver a crear empleo y calidad de vida para sus vecinos. Para conseguirlo, lo primero que tuvieron en cuenta fue mejorar la movilidad tanto interior como con el área metropolitana, después, se centraron en la calidad del aire y en la necesidad de invertir en el medio ambiente. Sus recursos se destinaron también a invertir "en el saber", en innovación y, por supuesto, en la cultura, no tanto como acción social sino como elemento económico. Por ello, hay en Bilbao un Guggenheim y edificios singulares y puentes que se estudian en las facultades. "No queríamos tener todos los huevos en la misma cesta y esta era una manera de diversificar", dijo ayer Areso, ya que su apuesta principal no era el turismo, pero tampoco lo desdeñaron en este proceso en el que "las zonas desastre" se convirtieron en "espacios de oportunidad".

Para conseguir todos estos objetivos, sanear la ría y poner la ciudad mirando hacia el agua era primordial. "No hicimos una planificación convencional", admitió durante su intervención y eso les ayudó, por ejemplo, a pasar de tener 88 congresos en el año 1984 a acoger más de mil cada año en la actualidad. "Cada uno sabe a qué tipo de turismo puede aspirar", dijo Areso, que puso el foco, inevitablemente, en la necesidad de entendimiento de las administraciones para redefinir de manera exitosa el espacio.

Para Areso, la palabra "especulación urbanística" no está prohibida si es en beneficio de los vecinos, es decir, que sean las instituciones las que compren a un bajo precio los terrenos, que se encarguen de descontaminarlos y, después, que los puedan vender a buen precio para que la plusvalía revierta en las arcas públicas. Eso sí, siempre con control de lo que se está haciendo. "Nosotros, en la segunda fase de la regeneración que estamos haciendo ahora, tenemos 5.500 viviendas en 55 hectáreas [en A Coruña están planificadas unas 4.000 en 37] porque no queremos un barrio dormitorio, queremos que sea un lugar de vivienda y de trabajo con actividad económica", describió y, en este proyecto hay espacio para la industria convencional, en un parque tecnológico, pero también para la industria creativa porque, según Areso, es la "economía del saber" la que triunfará en el futuro.

EBarcelona: la reconquista del frente litoral. Para el arquitecto Josep Bohigas, nombrado en diciembre de 2015 nuevo director de la Agencia de Desarrollo Urbano Barcelona Regional, Barcelona está "atrapada entre dos ríos" y con un montaña a sus espaldas que marca su expansión. Su idea para la ciudad es la de crear un "corredor azul y verde" en el que los accidentes geográficos estén unidos y se puedan recorrer andando o en bicicleta. El desarrollo de Barcelona lo marcaron las Olimpiadas, fue entonces cuando se decidió que la ciudad tenía que dejar de estar de espaldas al mar para aprovechar los cinco kilómetros de playa y los diez de puerto que tiene. Entonces, sí que había prisa y se hicieron obras que, según explicó ayer Bohigas, no todo el mundo quería. La prisa fue un elemento que salió ayer a relucir durante el turno de preguntas, que cuestionaron si A Coruña realmente tiene necesidad de decidir con urgencia qué es lo que quiere hacer con los terrenos portuarios que sean desafectados.

Pasadas las Olimpiadas de Barcelona, los vecinos se dieron cuenta de que, por una parte había "reconquistado" su frente litoral pero, por otra, no habían pensado mucho en qué pasaría cuando se terminasen los Juegos, así que, según explicó ayer Bohigas, algunos de los edificios construidos, como el puerto olímipico, se llenaron de usos "no deseados". La concesión de estas instalaciones rematará el próximo año y está en juego la posibilidad de darles una nueva vida, ampliar, por ejemplo, la escuela de vela, y dejar que los barrios que están detrás del edificio, se relacionen con este espacio, que puedan, ellos también, utilizar esta infraestructura ya desposeída de su fachada elitista.

ESaint Nazaire: una oportunidad para la cooperación. Samuel Serrano es desde el 2015 el director de la Agencia de Urbanismo de Saint Nazaire, en Nantes. En su caso, la cooperación con otros puertos cercanos y distinguir entre el borde litoral exterior e interior de la ciudad es importante, sobre todo, porque la suya es una ciudad portuaria pero sin acceso al mar. Su población no se relaciona con el litoral y, según relató ayer Serrano, incluso "elude" esta lámina de agua. Su reto es crear un espacio en el que los puertos cercanos cooperen para que los servicios sean mucho más eficientes. Por ejemplo, propone que Saint Nazaire sea un puerto de escala urbana, en el que se ofrezcan servicios náuticos. Serrano es también consciente de que, para que estos proyectos se hagan realidad, es necesaria la inversión pública y privada, una apuesta firme por cambiar el paradigma.