A Maruja Gestal le encanta que le lean el periódico. "A veces no merece la pena saber lo que pasa en el mundo", comenta al recordar que días y semanas atrás no le gustaron nada algunas noticias. Se refiere a las relacionadas con las protestas por la congelación de las pensiones y su anunciado aumento que poco después prometió el Estado. "Me han subido solo un euro en los últimos tres años", se queja. Tampoco es de su agrado un ex presidente del Gobierno progresista al que vio el otro día en la televisión. A Maruja, de 79 años, también le gusta caminar, hacer ejercicios de gimnasia y descansar sentada en el centro de día de la Cruz Roja, donde es una de las usuarias más veteranas.

Once años lleva esta coruñesa acudiendo al lugar, de nueve y media de la mañana a seis de la tarde, jornada completa. Además, una hora al día recibe atención en su domicilio, desde hace cinco años. Allí vive sola. Maruja Gestal tiene dependencia de grado 1 y echa mano de una muleta para caminar, una limitación de su autonomía por la que necesita ayuda para realizar varias actividades cotidianas al menos una vez al día. Le viene bien apoyo diario, un hombro próximo que se lo presta la Cruz Roja a través del servicio de acompañamiento y asistencia que realizan sus voluntarios.

"Nos llevamos bien. Yo me dejo llevar, vamos en coche o en bus, y ellos me ayudan a hacer recados, papeleo, ir al supermercado, lo que me haga falta", cuenta la mujer sobre sus experiencias con los compañeros de apoyo. Confiesa que no suele hablar mucho con sus chóferes ocasionales, "yo prefiero estar callada", dice, aunque quienes la atienden en la sede junto al Campo de Marte aseguran que Maruja es muy habladora cuando comparte horas de convivencia con los demás usuarios del centro de día.

Ella misma se califica como "la peor de todas" en su grupo de la Cruz Roja. La terapeuta ocupacional Lorena López no está de acuerdo: "Tiene mucha personalidad y carácter. Es sincera y se lleva bien con todo el mundo. Yo la considero la voz de la experiencia". "Será porque aquí sí que hablo mucho", confiesa Gestal.

María Jesús Vieito Fernández forma parte de ese equipo de voluntarios. Conduce vehículos de la organización y desde hace medio año también recoge en la puerta de sus casas a personas con dependencia, sean o no usuarios del centro del día, para ayudarlas a desplazarse a una cita médica, al juzgado o a cumplir un trámite bancario; a veces a dar un paseo.

"Suelo atender a dos personas cada semana, gente que vive sola en su casa o con familiares que no pueden estar todo el día pendientes de ellos. Recibo una notificación en el móvil desde la Cruz Roja y según mi disponibilidad debido a otras ocupaciones respondo", explica Vieito junto a Maruja Gestal, con quien sale a tomar el aire un rato al Campo de Marte.

Recalca esta mujer, como otros compañeros próximos, que es voluntaria, no cuidadora: "No hacemos las labores propias de un cuidador, no estamos a su servicio y no somos terapeutas. Estamos cerca para acompañarles y facilitarles las cosas". Maruja escucha a su lado, atenta. Ha conocido a más voluntarios como María Jesús en los últimos once años.