La prohibición de aparcar en las calles de la Ciudad Vieja entrará en vigor en poco más de un mes, el 25 de junioprohibición de aparcar Ciudad Vieja. Vecinos y comerciantes dudan de los efectos que tendrá sobre su día a día. Sobre el papel, algunos ven clarísimo que todas esas flechas de colores, los cambios de sentido y los espacios reservados para aparcar harán que la vida mejore en el barrio, otros, no tanto.

"Ahora no hay vuelta atrás", decía ayer, fuera de la barra, la propietaria de la cafetería San Francisco, que no cree que la peatonalización le traiga nada bueno. "A lo mejor dentro de un año nos va genial y nada es como lo estoy viviendo ahora, pero yo creo que nos va a perjudicar, que vamos a perder clientes", explica. Tiene claro que su situación no es tan mala como la de otros hosteleros de la Ciudad Vieja, ya que ella es propietaria del local e intentará "salir adelante". No tiene tan claro que los comerciantes que se enfrentan todos los meses a un recibo de alquiler, además de todos los que tienen que pagar, puedan subsistir.

En una de las mesas de la cafetería está una vecina de A Maestranza con otra dos amigas, que asegura que le "gusta" que la Ciudad Vieja vaya a ser peatonal Ciudad Viejapeatonal, pero cree que el proceso podría haberse hecho de otra manera, sin limitar el aparcamiento reservado a los residentes al Oceanográfico y a las plazas de los estacionamientos soterrados.

"Si todos los vecinos quisiésemos optar a estas plazas no habría la posibilidad de que nos las diesen a todos", se quejaba ayer esta vecina, que no quiso dar su nombre y que reclama más lugares para aparcar en superficie y que propone que el Concello habilite una parcela en la zona de la puerta de San Miguel. "Yo ahora estoy preocupada, pero el tiempo dirá si teníamos o no razones para estarlo", sentenciaba ayer.

El mayor miedo de los vecinos y los comerciantes consultados para este reportaje -que ofrecen una opinión personal- es "quedarse aislados", precisamente lo que el Gobierno local defiende que combate con esta medida. Temen que, al no poder aparcar y al no poder circular por las calles de la Ciudad Vieja, los vecinos y visitantes no quieran ir a su barrio.

El hecho de que la peatonalización hubiese funcionado en otras muchas ciudades, tanto gallegas como del Estado, no les convence del todo. "Es que la Ciudad Vieja no es como otros centros históricos, que hay que pasar por ellos. Nosotros estamos en una esquina", decía ayer Isabel Fraga, del Momos, que cree también que durante el verano no se notará tanto la ausencia de aparcamiento en el barrio, pero que sí lo hará en invierno, cuando los vecinos tengan que venir caminando desde el Oceanográfico. Sobre si más vecinos se pueden animar a mudarse a esta zona tras la peatonalización, responde con ironía: "Si pueden pagar un millón de euros el metro cuadrado, sí".

DEMANDA HISTÓRICA

La peatonalización de la Ciudad Vieja se coló en multitud de campañas electorales y era un proyecto que iban heredando los gobiernos. Uno de los obstáculos contra los que a menudo tropezaba este proyecto era que los intereses de los comerciantes y de los residentes no coincidían.

Ahora tampoco lo hacen, los vecinos piden que las plazas de aparcamiento de A Maestranza estén reservados para ellos, como las del Oceanográfico, para paliar los estacionamientos que perderán con la peatonalización, los comerciantes, sin embargo, defienden no solo que estas plazas sean libres sino también que estén reguladas por la ORA, de modo que sea obligatoria la rotación, para que sus clientes tengan la oportunidad de dejar el coche ahí cuando acudan a la Ciudad Vieja. El Concello ha optado por una solución intermedia, plazas libres y sin ORA en este punto.