- La batalla de la visibilización de los problemas a los que se enfrentan las mujeres a diario, ¿está ganada ya o hay que seguir luchando para conquistar más espacios?

-Esto es solo el principio. Lo que ha ocurrido solo puede interpretarse como un ¡basta ya! de las mujeres. Es una llamada a que se frenen las múltiples formas de violencia sexual y de discriminación de las que somos objeto. Creo que viviremos unos años de movilizaciones en distintas partes del mundo. Es más, apenas estamos entrando en la cuarta ola feminista. Han comenzado hace poco tiempo las movilizaciones y ya se están viendo algunos cambios, como la de la comisión de juristas, ahora paritaria, que estudiará el tratamiento jurídico de las agresiones sexuales. O el manifiesto de economistas No sin mujeres.

- ¿Por qué este año las manifestaciones del 8 de marzo consiguió, no solo en A Coruña sino en otras muchas ciudades, superar en participantes a otras convocatorias como la del 1 de mayo? ¿Qué factores cree que influyeron en A Coruña para que hubiese tanta participación?

-Se ha creado un clima social que es el resultado de muchas décadas de malestar. Las mujeres no estamos dispuestas a normalizar las agresiones sexuales ni podemos comprender que nuestro trabajo valga menos que el de los hombres. El 8M es la respuesta política a ese malestar. Esta movilización ha sido un grito colectivo de rabia ante tanta violencia y desigualdad, pero también de decepción al observar una y otra vez como estas cuestiones no estaban dentro de las preocupaciones de quienes ocupan la mayoría de las instituciones políticas.

- Sentencias como la del caso de La Manada , ¿pueden utilizarse para poner el foco en la necesidad de tener una educación menos patriarcal?

-Ojalá. La educación es una herramienta fundamental para frenar la violencia patriarcal. Es necesario introducir materias sobre desigualdad entre hombres y mujeres en primaria, secundaria y universidad. Los análisis feministas son los únicos que han conceptualizado las raíces y la institucionalización de la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Por eso deben formar parte del currículo escolar y académico. Los colegios de primaria y secundaria deben introducir la educación afectivo-sexual en su curriculum porque hoy la pornografía a través de internet se ha convertido en la educación sexual que reciben nuestros adolescentes. Y también debe haber talleres obligatorios sobre igualdad entre niños y niñas y entre adolescentes de ambos sexos. Por la misma razón, los distintos grados y másteres deben introducir materias sobre la desigualdad entre hombres y mujeres en sus currículos. Además, en este momento, en lógica consonancia sobre la capacidad de convocatoria que tiene el feminismo, hay un interés creciente por los estudios feministas y de género en la universidad.

- ¿Cuáles deben ser los próximos pasos para conseguir la igualdad?

-El primer paso es respetar la autonomía del movimiento feminista y entender que el feminismo nace en la sociedad civil y en ese espacio crecemos y nos desarrollamos como movimiento. Si en la sociedad civil nos hacemos fuertes, entonces podremos influir en el poder político, podremos ensanchar la democracia y conquistar derechos. Las mujeres somos titulares de la mayoría de los derechos en Occidente, pero solo formalmente. Tenemos que hacerlos reales. También tenemos que escuchar con mucha atención las necesidades y los intereses de las mujeres, sus preocupaciones y malestares. Hoy, creo que la máxima preocupación de nuestras jóvenes es la violencia sexual. Es sistemática y muchas de sus manifestaciones están bastante normalizadas. Es necesario frenar esa lógica criminal.

- ¿Es ahora la sociedad un poco menos machista o un poco más consciente de las trabas que se les ponen a las mujeres por el hecho de serlo?

-Sí, las movilizaciones sociales responden al crecimiento de la conciencia colectiva crítica. El machismo no se ha reducido, en algunos espacios incluso se ha ensanchado, de ahí ese enfado colectivo el 8M. Las ideologías de la desigualdad, como el machismo, si no se frenan con políticas públicas, avanzan imparablemente. Ya llevamos unos cuantos años que no se ha hecho ninguna política pública para erosionar la desigualdad. La respuesta de las mujeres la hemos tenido en 2014 con el tren de la libertad, en 2015 con el 7N y en 2016 y 2017 con movilizaciones cada vez más grandes hasta este 8M que incluso ha obligado a los dirigentes de Ciudadanos a decir que son feministas y a Rajoy a señalar que respeta las movilizaciones feministas. Sin embargo, hasta este 8M el movimiento feminista había estado excluido del universo ideológico de la derecha. Eso quiere decir que avanzamos y que somos fuertes en la sociedad civil, que es otra forma de decir que podemos influir en el electorado.

- ¿Por qué sigue calando el discurso de que el feminismo es lo contrario al machismo?

-Los sectores patriarcales de la sociedad están interesados en distorsionar el mensaje feminista y por eso dicen que el feminismo es lo contrario del machismo. Sin embargo, es preciso saber que el machismo es una ideología que sostiene la inferioridad de las mujeres y el feminismo es una ideología que postula la igualdad entre hombres y mujeres. El feminismo es un movimiento social y una tradición intelectual que tiene como objetivo la emancipación de las mujeres, mientras que el machismo es una ideología que pretende que la mitad de la población, las mujeres, esté subordinada a la otra mitad, los varones.