Pablo López.A CoruñaLos vecinos del anciano que apareció muerto el lunes en el interior de un piso del número 32 de la calle Franja ya sabían antes de su fallecimiento que éste padecía el llamado síndrome de Diógenes y que acumulaba en su vivienda todo tipo de desperdicios.Los habitantes del edificio relatan que el difunto vivía rodeado de cajas, cartones de leche y bolsas llenas de basura, algo que descubrieron en las visitas realizadas al interior del inmueble a causa de asuntos relativos a la comunidad vecinal. "En algunas ocasiones hubo que entrar por asuntos de la comunidad. Tenía un montón de cosas acumuladas que provocaban mal olor", explica la vecina del quinto, María Jesús Rodríguez.El hombre vivía como inquilino en el primer piso y, según comentan sus vecinos, era una persona muy tímida y descuidada. "Si lo saludaban, contestaba, pero no hablaba demasiado con los vecinos. Andaba siempre muy sucio, con los zapatos rotos y con heridas en los pies. Cuando acondicionamos el local, el notario entró en su casa y comprobó que estaba llena de basura", cuenta la responsable del mesón O Calexo, ubicado junto al edificio donde apareció el cuerpo del fallecido.El hedor procedente del interior de la vivienda hizo que algunos vecinos informaran de la situación al propietario del inmueble, que se limitó a sugerirles que denunciasen. "Nos dijo que lo denunciáramos, pero no nos pareció una buena solución porque, a fin de cuentas, era nuestro vecino y no queríamos causarle problemas", relata una vecina.El mal olor fue, precisamente, lo que causó la llamada a la policía que motivó a la entrada de los agentes en el piso y el consiguiente descubrimiento del cadáver. Los vecinos piensan que el anciano estaba muerto desde hacía varios días. "Desde hace una semana el olor, que siempre había sido malo, se volvió todavía más intenso e insoportable y, por eso, los chicos que viven en el tercero decidieron llamar a la policía para que investigara. Pienso que llevaba muerto varios días", explica la vecina María Jesús Rodríguez.Entre los desperdicios que el anciano acumulaba en su casa había cajas y paquetes procedentes de la mercería que éste regentaba en el pasado. "Guardaba muchas cosas de la mercería de la que era dueño. Me contaron que cuando existía la tienda trabajaba con su hermano, pero actualmente vivía solo y nunca lo he visto acompañado", cuenta la vecina del quinto piso.Los vecinos sospechan que el hombre tenía problemas económicos pues en una ocasión recibió la visita de unos voluntarios de Cáritas, a los que se negó a recibir dentro de su domicilio. "Una vez vinieron los de Cáritas y no les dejó pasar al interior del piso. Era muy solitario y nunca recibía visitas. Yo nunca lo he visto acompañado, siempre andaba solo", dice la vecina.