El barcelonés, que disfruta de sus vacaciones en Mallorca, acaba de cumplir cuarenta años al frente de Anagrama, un milagro de supervivencia en un mercado de infidelidades y grandes grupos.

-¿Cuánto se parecen el mercado editorial y el futbolístico?

-(Ríe). Asistimos a una ronaldización de la edición desde la aparición del otro Ronaldo, el gordo, hasta el actual, Cristiano Ronaldo. Hay tres agentes que entran en juego aquí: los grandes grupos, las editoriales independientes y los agentes literarios. Entre los independientes hay un fair play [juego limpio] implícito: nos respetamos. Otra cosa es que alguien decida irse o que cojamos a alguien que también nos guste. Los grandes grupos fichan o bien a través de premios tan suculentos como el Planeta o de su red de galardones satélite. Sólo Planeta debe tener 155. Bueno, estoy exagerando.

-¿Decaído por la huida/robo de Enrique Vila-Matas?

-Unos van y otros vienen, eso es cierto. Son las grandes editoriales las que se muerden.

-Y a usted le habrán intentado hincar el diente, si no lo han hecho ya. ¿Envidian su catálogo?

-Así me consta. En cuanto a lo de Vila-Matas... El tráfico de autores ahora es frenético. No estamos en una época feudal como antes. Vila-Matas, del que tenemos más de diez obras, se va, vale, pero recuperamos a Álvaro Pombo. Con Andrew Willie rescatamos a Roberto Bolaño. Ahora publicaremos Una novelita lumpen y La pista de hielo. Y en enero o febrero, El Tercer Reich.

-¿Merece Willie el título de El Chacal de los libros?

-Tengo buena relación con él. Recuerdo que hace 20 años fui a verlo. Nos abrió directamente la puerta, no tenía secretaria entonces. Willie es un negociador difícil, pero no imposible. Hay alguna agencia literaria, por no precisar el género, que es objetivamente más dañina que Willie. En concreto, se me ocurren dos nombres no de chacales sino de pirañas.

-¿Es necesaria la profesión de agente literario?

-No. Y así lo demuestra la historia. Es una creación americana, y su aparición aquí es debida a Carmen Balcells.

-¿Crisis a los cuarenta?

-¿Crisis? What a crisis? Al contrario. Acabamos de sacar nueva colección, Otra vuelta de tuerca, la niña de mis ojos. Tengo cuarenta títulos para ella. Aquí rescato excelentes novelas o memorias que salieron en los setenta u ochenta, y que quedaron en nebulosa porque no se editaron en bolsillo.

-Cuidado, señor Herralde, que llegan los libros exprés.

-Bueno, los libros exprés son para una tirada muy corta. No es ninguna amenaza. Hacer una tirada de 1.000 ejemplares sería absurdo porque son libros que no tienen demanda. Esto es peccata minuta para nosotros.

-Los e-books se perfilan como pecados mayores.

-Bueno, hay un gran alboroto mediático sobre los e-books. Pero no tienen una carga de realidad significativa. En Estados Unidos, que llevan tiempo con esto, la facturación de libros electrónicos supuso sólo en 2008 un 0,6% de todas las ventas editoriales. Estamos trabajando en este sentido. Es una realidad que está ahí y que se incrementará. Todavía hay algunas lagunas legales. La cosa está verde.

-¿Están chinchando mucho los grandes grupos editoriales?

-Es su cometido histórico. Ojo, hay excelentes profesionales en ellos. Pero su dinámica es comercial. Ontológicamente, lo que persiguen es la maximización de los beneficios, y detrás de eso está la banalización de la cultura. Viven de dos libros al año. El 40% de nuestra facturación es de ventas de [libros de] fondo. Nosotros perseguimos la credibilidad. Que el mensaje y todos los libros se hayan contratado según criterios literarios.

-¿Morirá Anagrama con usted?

-No morirá conmigo. El tema de la sucesión es complejo. No puede morir: en la editorial hay un excelente equipo.

-Gran personalidad, tiene fama de querer controlarlo todo.

-Sí, lo controlo todo, pero delegando. Es un control semi free.

-¿Quién se le escapó?

-Si esto ha ocurrido, se me ha borrado de la memoria por los buenos escritores que tengo. La Biblioteca de Nabokov es de mis favoritas. Tengo al British Dream Team. Toda esa gente -Julian Barnes, Martin Amis, Ian McEwan, Kazuo Ishiguro o Hanif Kureishi- no ha bajado el listón todavía.

-¿Son más codiciosos los editores que los escritores? ¿O debería preguntarlo al revés?

-Los editores vocacionales no son avariciosos. Les gusta tener a los mejores autores y que éstos estén contentos. Ésta es la única avaricia para que la editorial se sostenga.

-Si los demás van a cazar autores, ¿usted qué hace?

-Publicamos entre 70 y 75 novedades al año de nuestros autores. El problema de ahora es ajustarnos a esta cantidad. Cada año eliminamos libros buenísimos.

-¿Y cómo se hace para entrar en Anagrama?

-Casi las únicas vías son sus premios. Acaba de entrar Agustín Fernández Mallo con Postpoesía. Aunque siempre hay pequeñas excepciones, como es el caso de la novela de Miguel Dalmau, que me parecía excelente.