-La calle Aribau, donde viven los padres de Riba, es la misma a la que llega la joven Andrea de Carmen Laforet en Nada, con el mismo ambiente irrespirable y agobiante. ¿Es un guiño, una casualidad?

-Dice el gran pintor Delacroix en su Diario: 'La línea recta no existe'. En Dublinesca nada es sólo una única cosa. No hay ni una sola línea que uno pueda decir que es recta. Los personajes, por ejemplo, se desdoblan en álter egos; se multiplican, se vuelven otros. En la calle Aribau viven familiares muy queridos por mí. Pero, al mismo tiempo, es una referencia directa al mundo de Nada, de Carmen Laforet.

-Con Dublinesca da el salto de lo que ha sido su pasión francesa al mundo anglosajón. ¿Es un salto con o sin paracaídas, después de más de 30 años en el mundo de la literatura?

-Amplío solo el campo de mis pasiones. No renuncio a lo francés. Pero me ha divertido -y sigue divirtiéndome, porque continúo en ello- abrirme a espacios nuevos, como ahora.

-Y ese salto, ¿por qué ahora y por qué a Dublín, por qué a Joyce y a Beckett? ¿Es una alegoría, una premonición?

-La intensidad de un extraño sueño que tuve y que sucedía en Dublín, ciudad donde nunca había estado, me llevó a esa ciudad y después a la novela.

-Dice concebir Dublinesca como la historia de un puente entre dos mundos: el de la era Gutenberg, con malos presagios, y el de Google, con todo a su favor. ¿Ese puente seguirá uniendo las dos orillas o una de ellas pasará a la historia?

-Es ridículo pensar que hay una ruptura entre Gutenberg y Google. Creo que hay simplemente una continuidad. Hace diez años que trabajo con ordenador y me he vuelto muy experto en el universo de lo digital y puedo asegurarle que la transición de la escritura valiéndome de un lápiz hasta la escritura digital ha sido suave, natural, sin ninguna violencia ni alteración en mis hábitos.

-De manera más directa, ¿asistimos al funeral de la era Gutenberg, va a desaparecer el papel? ¿El funeral del libro impreso ya ha comenzado?

-El funeral de lo digital también ya ha comenzado. En la novela precisamente se va más allá y se habla también del mundo cuando hayan desaparecido de él Google y Gutenberg.

-Su protagonista, Riba, se debate entre la defensa de su mundo de la imprenta y la edición y entre aferrarse cada vez más a la era informática, como un joven hikikomori. ¿Es como un retrato o un prototipo de las incertidumbres que recorren el mundo actual?

-Puede serlo, claro. Pero yo no lo pensé como prototipo de nada, me interesaba un personaje que hubiera quedado embrujado por la pantalla del ordenador.

-¿Es normal entonces que diga que es un completo ignorante de sí mismo?

-Es normal.

-Parece evidente que Riba comparte algunos rasgos con usted, como la pasión por la literatura.

-Sí, pero es un editor, difícilmente puede ser yo. Y yo, por cierto, puede que sea el autor de la novela, que lo soy, pero no sé quién es el narrador. Dicho de otro modo: Riba ve al narrador y el narrador no es el autor. Y el autor ve a Riba pero no sabe quién es el narrador.

-Riba sueña de manera premonitoria pero al final el encanto de lo soñado no puede saborearse en las cosas reales. ¿Por qué?

-Riba no logra alcanzar -es el caso particular de Riba, no generalizaría- la misma intensidad encontrada.

-El humor está siempre en sus historias. En Dublinesca hace una alusión en este sentido a la familia Ulises, del TBO.

-El humor era un registro necesario en esta historia con funeral.

-Riba insinúa que se va a Dublín por huir de la cultura española. ¿Usted también?

-¿Y yo qué tengo que ver con el personaje de mi historia? Esta pregunta se refiere -me parece- a algo que está fuera de la novela.

-¿El boom de la novela gótica es más debido a que faltan lectores inteligentes o a que cada vez hay mas editores desconectados de la literatura?

-Antes -cuando digo antes me refiero a los activos y vanguardistas años sesenta-, los lectores de novelas góticas eran vistos simplemente como burros, como sublectores, pero ahora nadie los mira de esa forma , nadie siente lástima por ellos, por su analfabetismo. Vamos a menos.

-¿Editar ahora para usted es más fácil que hace 25 años? ¿Hubiera sido posible entonces una historia como Doctor Pasavento?

-Para editar apenas tuve problemas nunca.

-¿Utiliza usted internet, está enganchado de alguna manera a la Red?

-Trabajo mucho en internet e invito a que visiten mi web, muy frecuentada en los últimos meses: www.enriquevilamatas.com.

-¿Qué tal en París, en el Salón del Libro?

-He vuelto de allí agotado. Hubo un verdadero gentío en París en mi diálogo con Paul Auster y Emanuel Carrere. Se planteó la posibilidad de que un día haya un lenguaje nuevo, distinto del que siempre hemos conocido y que parece reducirse en últimos términos a una pregunta única de fondo, a una pregunta acerca de la existencia o no de Dios. El día en que surja una tercera vía, ese día habrá nacido un nuevo lenguaje, pero yo no creo que lo veamos ninguno de nosotros. Creo que será un lenguaje que llegará mucho tiempo después de que haya desaparecido internet.