El historiador y académico Manuel Fernández Álvarez, ovetense que nació en Madrid en 1921, falleció ayer en Salamanca debido a las complicaciones derivadas de una operación quirúrgica a la que fue sometido la pasada semana, según informa Efe.

El gran historiador del Siglo de Oro, que convirtió en best seller numerosos acontecimientos de la historia de España y para quien personalidades como Colón, Isabel la Católica, Juana la Loca, Carlos V o Cervantes, por citar sólo algunos, no tenían secretos, murió con las botas puestas. Tenía 88 años y hace apenas unos días, la editorial Espasa puso a la venta su último libro España. Biografía de una nación.

Maestro en el arte de narrar y dotado de una gran capacidad para divulgar la historia, cualidades a las que probablemente no es ajena su intención juvenil de dedicarse a la literatura, lo cierto es que sus biografías sobre personalidades de la historia de España se vendían con facilidad y sus investigaciones revelaban aspectos no sólo inéditos de los protagonistas sino anécdotas de su vida cotidiana que reflejaban la personalidad detallista y meticulosa del historiador.

Autor de casi 40 obras, la biografía de Manuel Fernández Álvarez está jalonada de fechas para el recuerdo.

Nació en Madrid porque sus padres, en ese momento, vivían en la capital española, como antes lo habían hecho en Lugo y otras ciudades españolas. A Manuel Fernández solían preguntarle con frecuencia de dónde era, que si de Madrid, que si de Valladolid, que si de Salamanca.

Trayectoria

Manuel Fernández se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, y se doctoró en 1947 en la Universidad Central con una tesis sobre Felipe II e Isabel de Inglaterra que mereció el premio extraordinario. En 1950 obtuvo su segundo doctorado en la Universidad de Bolonia (Italia), y en 1954 ingresó en el cuerpo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

En 1965 obtuvo la cátedra de Historia Moderna de la Universidad de Salamanca, ciudad en la que residió hasta ayer. En 1985 ganó el Premio Nacional de Historia por su obra La sociedad española en el Siglo de Oro y en 1999 obtuvo el Don Juan de Borbón por su biografía sobre el emperador Carlos V. Ingresó en 1987 en la Academia de la Historia con un discurso sobre el Madrid de Felipe II.

Es, asimismo, miembro dela Academia Portuguesa.

En su libro Diario de un estudiante en tiempos de la guerra civil (2007), volvía a reflexionar sobre el conflicto que enfrentó a los españoles.

"La guerra hay que verla como resultado de una España enloquecida. No hubo culpables o, si se quiere, toda la cúpula política fue culpable. Cuando le llegan a Largo los rumores de sublevación dice '¡que se atrevan!'. Y se atrevieron. Buscaban el alzamiento para aplastarlo. Como había ocurrido en la Rusia de los zares. Tras la guerra, una minoría comunista, encabezada por Lenin, se hace con el poder en toda Rusia. Aquí se buscaba lo mismo. Es evidente. En todo caso la guerra hay que recordarla para verla como lo que fue, una locura tremenda en la que cayó la cúpula política de España y arrastró a todos", afrimaba.

Sabio, conversador ameno y con gran sentido del humor, era una delicia escucharle hablar de la historia y de sus personajes.

Isabel la católica era uno de sus favoritos. Gracias a la biografía que escribió sobre la reina católica supimos de su carácter firme y de su voluntad de llevar adelante sus proyectos, además de su compenetración con su esposo el rey Fernando.

"No creo que en la historia de Europa haya una pareja que se haya ayudado tanto en la cumbre", opinaba el historiador fallecido.