La entrevista transcurre después de la derrota del Atlético de Madrid en la final de la Copa del Rey y procede darle el pésame a Rosendo, colchonero convencido. "Ya iba bien servido con una copa", se consuela el músico, que admite que la crisis está afectando al número de conciertos contratados. "Está floja la cosa, pero vamos a currar todo lo que se pueda", asegura.

-Con éste lleva 18 discos de estudio publicados, con Leño y en solitario. ¿De verdad que 'cuesta llegar al estribillo'?

-Ahora mismo me veo en un momento relajado de mi carrera, con muchas etapas duras superadas. El estribillo es la parte donde todo el mundo canta y se divierte, todo es fácil. Ahora mismo estoy en el estribillo de mi vida, y ha sido duro llegar hasta aquí. Esa es la imagen que quería dar con el título.

-Sigue utilizando un diccionario para escribir las letras...

-Sí, me gusta utilizar un vocabulario del que nadie parece preocuparse demasiado. Aunque sé lo que quiero decir a la primera, me gusta tirar de diccionario y documentarme. Tenemos un idioma muy rico y divertido, miles de palabras con sentidos diferentes. Además, hay gente que me sigue y que espera a ver qué cojones dice éste para comernos la cabeza todos (risas).

-'So caterva de rapiña y zopilotes', canta en el sencillo Mala tiña. Dentro de poco le veremos en el sillón R de la Real Academia...

-(Risas) La canción habla de la prensa del corazón infame. Lo de los 'zopilotes' no sé de dónde me vino, lo debí de oír alguna vez en mi vida y me rimaba. Tampoco estaba muy convencido, por eso me tiro rápidamente al diccionario para ver qué coño estoy pensando. Pues eso, el buitre... justo lo que quería decir (ríe).

-A los 56 tacos, ¿sus letras son ahora mejores que cuando empezó?

-Supongo que sí. Tengo ese empeño en darle vueltas a las cosas. No me gusta leer. No leo nada, y allí donde deje un libro la primera vez ahí se ha quedado. Sólo leo prensa y a los columnistas. Cuando me pongo a escribir no tengo recursos ni técnica. Lo paso muy mal (risas). Pero al menos consigo escribir de una forma diferente, y entiendo que con cierta gracia. A lo mejor obligo a la gente a tomar un tiempo extra para encontrar sentido a las letras.

-Toca uno de los temas del disco, Rompe la cadena, solamente con una guitarra acústica.

-Sí, la letra es de mi hijo Rodrigo.

-¿Es la primera vez que hace algo así, en acústico?

-Hace años que me planteé grabar un disco acústico y recuperar canciones de los primeros discos que habían pasado un tanto inadvertidas. No me atrevo al acústico como tal porque no me veo yo con una guitarra acústica, pero ahí estoy, tanteando a ver si soy capaz. Por lo menos he salido airoso y me siento bien de haberla hecho, no sé qué pensará el personal ahora (ríe). Grabé la guitarra y la voz por separado, aunque da la sensación de estar grabado en directo.

-Mencionaba a su hijo Rodrigo, que está en la treintena. ¿Comparte gustos musicales con usted o le va otro rollo?

-Estudia piano, aunque ahora se interesa por la guitarra. Lo suyo es más el reggae, el jazz? Está en un terreno más delicado, más difícil, si quieres. Tenía un grupo que hacía reggae y funky, pero lo ha dejado y está componiendo solo. Me ha enseñado cosas de grupos de reggae auténticos. En ese terreno sí coincidimos. Le gusta el rock and roll pero menos. Yo soy de guitarreo y de los pelos, y el va por otro lado (risas).

-Precisamente uno de los temas, La cera que arde, es un reggae. ¿Influencia de su hijo?

-No me atrevo a llamarle reggae. Es como el flamenco, algo muy serio, y yo soy muy respetuoso con las cosas. Pero entiendo el tempo del reggae, la cadencia, el ambientillo? Hago temas en esa onda pero no me atrevo a llamarle reggae.

-El disco de homenaje a Leño, de reciente aparición, contiene una de las últimas grabaciones de Antonio Vega. Habrá sido un honor para usted que él hubiese hecho ese esfuerzo en las condiciones de salud en las que estaba...

-Sí. Es un tío que siempre me ha caído muy bien y me daba muy buen rollo. Estuvimos hablando y me dio la sensación de que estaba mejor, sanote y con ganas de currar. En ningún momento hablamos de su enfermedad. Luego, al cabo de un mes escaso, pasó lo que pasó. En cuanto a la canción, la llevó a su terreno y podía ser suya perfectamente. Ha sido un disfrute haber podido estar esa tarde con él. Siempre le había respetado y no había tenido mucho contacto con él. Nos habíamos visto dos o tres veces a lo largo de la historia.

-¿Qué se le pasa por la cabeza cuando grupos de ahora como Pereza, que empezaron tocando versiones de Leño, reivindican su música?

-Los conozco desde hace tiempo y estoy orgullosísimo. Era muy joven y no estaba convencido de lo que hacía, y resulta que ha tenido trascendencia. Treinta años después la gente joven conoce todo lo de Leño. Es algo muy especial.

-Hace un par de años, en Tarragona, los miembros de Leño estuvieron a punto de tocar juntos? ¿Abre eso la esperanza a una futura reunión del grupo?

-No, tenemos muy claro que se acabó. Pero tampoco tenemos inconveniente en tocar juntos y hacer algo especial, como la presentación del disco de Leño, sin vistas a nada futurible. Nos apetecía y la ocasión lo requería, pero no a nivel profesional. Las cosas que bien acaban, mejor no tocarlas (ríe).

-Estará disgustado con la mala noticia de la salud de su buena amiga Luz Casal.

-No sé, chico... Pensaba que lo había superado. La última vez que hablé con ella se la veía sanota y con muchas ganas de currar. Ya estaba otra vez en la carretera con el disco nuevo? Esto es lo que hay, estamos a unas edades en las que empiezan a pasar cosas a todo el mundo, no nos salvamos nadie. De todas formas, creo que Luz lo va a superar. Tiene mucha fuerza interior y mucho coraje. Le tengo mucho cariño, es alguien muy especial para mí.

-¿Cuántas guitarras tiene?

-Debo de tener tres Stratos, una Les Paul y un par de acústicas. No tengo muchas guitarras, y además siempre toco la misma. Llevo alguna de repuesto cuando voy a grabar, por si hay que variar el sonido. Con la guitarra soy como con la estilográfica, el coche y la parienta (risas).

-Tuvo una aventurilla con la Les Paul, pero pronto volvió con tu Stratocaster de toda la vida...

-Sí, hubo un momento en que llevaba toda la vida con la misma Stratocaster, y el sonido ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Cuando volví a la formación de trío necesitaba una guitarra que tuviera cuerpo y probé la Les Paul. Sonar, suena muy bien, pero me resultaba muy incómoda. Estoy muy hecho a la Strato y el tacto es muy diferente. Total, que cuando me encontré con una Strato nueva, con tres pastillas de doble bobinado -tampoco entiendo mucho de técnica- que sonaba como un cañón, ya me volví a la Strato.