El movimiento del botafumeiro, un incensario que data del siglo XIII, se anticipó a resultados de siglos posteriores y que aún funcionan, como el bombeo paramétrico de un oscilador, introducido por Michael Faraday en 1831, y ya antes, en el XVII, era un ejemplo del péndulo como paradigma físico que se mueve en un plano vertical describiendo un arco de círculo.

Los tiraboleiros de entonces no podían entender la paradoja de que el bombeo, ineficaz para un objeto ligero, pudiera serlo para algo tan pesado. El deán de la catedral de Santiago, José María Díaz Fernández, junto con el Vicepresidente del Consello de Cultura Galega, Francisco Rodríguez, presentó ayer en la sala capitular de la catedral el libro El botafumeiro, que analiza este objeto.

La iniciativa se enmarca dentro de las actividades que desarrolla el Consello de la Cultura Galega con motivo del Xacobeo y Francisco Rodríguez explicó que se escogió como tema el botafumeiro porque aún no se había hecho nada hasta el momento y es "el objeto más popular de la liturgia del Xacobeo".

Un rito del siglo XIII

"Es una publicación culta pero a la vez divulgativa", explicó Rodríguez, por eso el libro se divide en tres partes en las que se recogen estudios históricos del objeto y filológicos sobre el origen de la palabra botafumeiro, una parte de "evocaciones literarias" y grabados antiguos junto a fotografías.

El libro ha sido editado por Hércules y saldrán a la venta 2.000 ejemplares, 500 de los cuales serán en gallego, a un precio aproximado de 24 euros, que se distribuirán en las librerías más importantes de la península, así como en universidades y bibliotecas.

El uso del botafumeiro se implantó como rito hacia 1276, según una nota marginal del Códice Calixtino, hasta su uso contemporáneo. Así, desde el primer botafumeiro del siglo XIII hubo cinco más registrados: uno regalado por Luis XI de Francia, uno nuevo que se hizo en 1499 tras salir despedido el de entonces y que duró hasta 1622, que se sustituyó por otro y que fue robado durante la invasión francesa en 1809, otro de hierro que duró hasta mediados del siglo XIX, y el actual, de latón plateado y de 53 kilogramos de peso.

El rito del botafumeiro no tuvo difusión en otras catedrales y sólo se dio en la compostelana, románica, y a raíz del cambio de la arquitectura en este tipo de monumentos.

En la operación del incensario interviene un equipo de 6 a 8 personas, los llamados tiraboleiros. Se requieren unos 80 segundos y 17 ciclos para alcanzar una amplitud máxima de 82 grados, a medio metro de la bóveda, trazando un arco de 65 metros y pasando a 68 kilómetros por hora a ras del suelo. Es la resistencia del aire la que limita la amplitud de oscilación. El botafumeiro incluye también la etimología del término y un análisis lingüístico. En gallego hay varios nombres para los utensilios que sirven para quemar productos aromáticos, como "incensario" o "turíbulo", "pebeteiro". Otras voces son "fedello", "cirimballo" y "matafumos".