La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España valoró el trabajo ininterrumpido durante más de seis décadas de Manuel Alexandre, un hombre al que apasionaban, por este orden, las mujeres y los percebes.

"El cine español está de luto", declara la Academia del Cine en una nota necrológica, en la que recorre los sesenta años en activo del genial secundario del cine español, al que recuerda como "incondicional del amor, y de la Coca-Cola", y con terror a los aviones.

Soltero y sin hijos, Alexandre no era ambicioso, pero sí echó de menos no haber interpretado más papeles heroicos, recuerda la Academia, para quien Alexandre, ganador del Goya de Honor 2002, fue un hombre "muy querido por sus compañeros". "Manolito, como le llamaban sus íntimos, nunca se apeó de su inconfundible sonrisa. Toda estaba preparado para que fuese abogado, pero descubrió el teatro universitario, abandonó la Facultad y se apuntó en la Escuela de Arte Dramático de Madrid", recuerda la nota.

"No pudo este imprescindible de nuestro cine" "cumplir su deseo de vivir hasta los 101 años, como su padre, que 'hasta los noventa se tomaba copa y puro. Y ya se sabe que todo está en los genes', decía este actor 'del pueblo y para el pueblo' al que, por este orden, le gustaban las mujeres y los percebes", recuerda la Academia.

"A Alexandre le brillaban los ojos cuando recordaba sus visitas al cine Encomienda, donde leía los letreros del cine mudo a una viejecita; su formación como fontanero, el oficio de su padre, la guerra, o el teatro, donde conoció a su "hermano", Fernando Fernán-Gómez, con el que fue por primera vez a las tertulias del Café Gijón en el 42".