Concierto

Cuarteto Transilvan

. l Cuarteto Transilvan toma su nombre de la conocida y hermosa región de Rumanía, de la cual tenemos en la Sinfónica de Galicia una magnífica representación en forma de familia de músicos: Gabriel Tanasescu, violonchelista de la OSG, y su esposa, Zita, archivera de la orquesta; su hijo Gabriel, violinista, lleva una carrera muy prometedora. En cuanto al Cuarteto, planteó un precioso programa, tan bello como difícil, que resolvió holgadamente debido a la calidad individual y colectiva de sus integrantes. No diré que no hayan existido pequeñas imperfecciones; pero, si queremos escuchar obras de este nivel, habremos de asumirlas en toda su complejidad interpretativa. Por otra parte, la acústica del Rosalía, que permite escuchar con una admirable nitidez todas las líneas sonoras, resulta muy comprometida para el intérprete. Las interpretaciones de las dos obras partituras -sendas obras maestras- fueron muy bellas; en Schubert se tradujo la infinita y desoladora tristeza que impregna este asombroso y bellísimo cuarteto; en Schumann, el arrebato, la arrolladora inspiración de una soberbia partitura que, según nos enseñan las estupendas notas de programa de Arturo Barral, fue compuesta en seis días.

Para corresponder a los aplausos del público, el Cuarteto Transilvan correspondió con la interpretación de Ciocârlia (La alondra), preciosa obra inspirada en la música popular rumana (recuerda por momentos al célebre Hora staccato, de Dinicu, que tiene el mismo origen), en versión para cuarteto de arcos, con sonidos imitativos del canto del ave en los armónicos y sobresagudos del primer violín. El público, enardecido, expresó su entusiasmo con ovaciones y muestras de aprobación.