Es la Marquesa de Santillana, una mujer de nombre Lucrecia, que cada semana en Águila Roja embauca con su belleza y sus oscuras artimañas. La actriz ourensana Miryam Gallego ha contribuido, con su papel, a que esta serie de RTVE siga siendo la emisión más vista del día en televisión. El éxito lo saborea sin subírsele a la cabeza. Afable, habla en esta entrevista sobre el cambio de su personaje y el papel que quizás la muestre en Hollywood en el nuevo filme de Benito Zambrano, La voz dormida.

-Lucrecia ha dado un giro hacia la tragedia, ¿se siente cómoda con el cambio?

-No es una decisión mía. Me imagino que producción ejecutiva piensa en qué identifica el espectador con cada personaje y qué es lo que mejor funciona. A mí, me interesa mucho la parte lúdica de Lucrecia, una parte que quizás se tocaba más en las primeras entregas. Era una mujer más fría, más despiadada y más sensual.

-¿Imaginaba desde un inicio la aceptación que tendría la serie entre el público?

-La verdad es que, al principio, estábamos con mucho, mucho nervio, mucho miedo. Esta serie arrancó hace tres años cuando series históricas no había ninguna en la ficción española. El riesgo era muy grande. Pintaba bonito porque los guiones ya tenían una base muy buena y muy sólida, pero en este oficio nunca se sabe cuándo te la vas a dar. Y, en este caso, el coste económico era muy elevado.

-Hablando de época, usted se enfunda unos trajes espectaculares.

-Pinta más bonito desde casa o cuando te lo ofrecen que en la realidad. A mí, me encanta la época. En teatro, te pones el traje dos horas al día y lo defiendes bien. En Águila Roja, son muchas horas con el traje. El peinado es muy complicado, con muchos postizos.

-¿Cuánto tiempo emplea en maquillaje y peluquería?

-Ahora, tardamos cada vez menos porque vamos más rápido. Al principio, se hacían muchas pruebas, se veía qué clase de peinados funcionaban o no. Antes, tardábamos tres horas y ahora, dos en peluquería y maquillaje. Después, queda el vestuario con el que intentamos ser fieles a una línea que Laura Herrera ha diseñado para la marquesa intentando innovar en cada temporada.

-¿Ve los capítulos con su hija?

-Mi hija tiene ocho años, pero no suelo verlos con ella. Sólo cuando no hay colegio como fue el caso del primer capítulo. En cuanto vuelven las clases, ya no los ve. Además, es una serie cañerita para su edad. El fin de semana, sí puede ver algunas cositas que no sean para adultos. Además, ella está en su mundo infantil, pensando en Bob Esponja.

-Pero será su fan número uno.

-No, no, no creas. Yo tampoco le doy mucha bola a este oficio que tengo. Mamá es actriz y mamá es actriz y si fuera panadera, sería igual. En lo único que se puede notar que soy actriz es que consumimos mucho teatro, vamos a muchos musicales pero ella no está implicada en mi vida laboral porque mi vida cambia mucho. Ahora estoy haciendo televisión pero mañana puedo estar en el paro o en el teatro. Si lo puede ver todo con normalidad, mejor. No es bueno hacerle creer que vivimos en un mundo distinto porque no es así. No soy distinta a otra mamá.

-¿Le ha abierto la serie puertas para otros trabajos?

-Todo ha cambiado mucho con la crisis. En nuestro sector, ha arrasado porque es cultura y en este país la cultura parece la mano tonta. Participar en la serie sí abre puertas porque estás en un espejo en el que te ven seis o siete millones de personas. Sí he recibido ofertas muy interesantes pero por mi manera de ser o de llevar las cosas suelo ser mujer de un solo proyecto. Yo estoy encantada con la serie, trabajo mucho pero también necesito mucho tiempo para mi casa y mi familia. Aceptar los proyectos que surgieron me hubiera desgastado mucho. No soy de cogerlo todo, nunca lo he sido, porque después me agobio mucho y me pongo triste. Prefiero ir a los poquitos.

-Usted tiene un papel en La voz dormida, de Benito Zambrano, uno de los tres filmes que lucha por representar a España en los Oscar y que se proyecta estos días en San Sebastián.

-Es una película que me toca mucho porque la madre de mi marido es la escritora de la historia, Dulce Chacón. Es un filme que ni siquiera sabía si quería hacer o no por mi implicación emocional con este libro y con Dulce. Mi papel es muy pequeñito pero está muy bien dibujado. Mi personaje es el de una mujer fascista que se cruza con el personaje de María León. Hemos intentado hacer con Benito algo distinto de este personaje; creo que se ha conseguido pero son unas pinceladas. Pero estoy encantada de estar en este proyecto que parece muy bonito y en el que he estado con Zambrano.

-Hablamos de un realizador que destaca por el trabajo psicológico de sus personajes y sus historias íntimas.

-A mí, Benito me gusta desde su primera película, Solas, y me apetecía muchísimo trabajar con él. Es una persona muy inteligente. Cuando entras a rodar tienes muy claras las directrices del director, por lo que el rodaje va fluido. El acierto de Benito en esta película es que ha hecho equipo, que es la única manera de rodar esta película de mujeres involucradas en lo más oscuro de la España.

-¿Cómo ve esa historia?

-Yo, La voz dormida, la tengo muy mamada. Yo me he ido con Dulce Chacón por los pueblos de España para conocer a los maquis. Es una historia que tengo muy machacadiña y no me apetecía entrar mucho. Por eso tenía reticencia a hacer la película por mi implicación con Dulce y con los maquis con los que hablamos, con las mujeres que sufrieron esta etapa negrísima de España. Como mi personaje es de una facha acomodada me ha permitido una distancia.

-En cuanto al teatro...

-Es que no puedo, estoy embarazada como una cebolla. Las ofertas que han salido este verano eran inviables por la barriga y más adelante ya se verá. Mi prioridad es Águila Roja.