La exposición más importante sobre Joan Miró que se ha presentado en España en los últimos veinte años, y que se inaugura mañana en la Fundación Miró tras haber recibido 303.000 visitantes en la Tate Modern de Londres, pone de manifiesto el compromiso del artista con su tiempo y su país.

Tanto la directora de la Fundación, Rosa Maria Malet, como uno de los comisarios, Matthew Gale, de la Tate Modern, han coincidido hoy en resaltar este aspecto de una muestra que presenta una "panorámica completa" de la obra del pintor y que redescubre facetas suyas como "su compromiso o su libertad, que prevalecen sin detenerse a ningún dictado exterior".

"Joan Miró. La escalera de la evasión", concebida por los comisarios de la Tate Modern, Matthew Gale y Marko Daniel, en colaboración con Teresa Montaner, conservadora de la Fundación Miró, reúne más de 170 obras, entre pinturas, esculturas y trabajo en papel, procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, ubicadas de forma cronológica en diferentes salas de la institución barcelonesa,

La exposición, con algunas de las obras más significativas y difíciles de reunir del barcelonés, también examina momentos clave de su trayectoria durante la Guerra Civil española, la segunda Guerra Mundial o en su denominado "exilio interior" durante la España franquista.

Malet entiende que el público se encontrará ante la obra de un artista que "siempre nos descubre algo nuevo" y, aunque parecía alguien aislado, "siempre da respuestas coherentes a los acontecimientos de su entorno".

Para el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, en esta muestra queda "profundamente remarcado y descifrado" su compromiso, además de reafirmarse su importancia artística. "Ya sabíamos -ha dicho- que Joan Miró es un gran creador, pero, además, fue un gran demócrata, un luchador por la libertad y un gran catalanista".

El recorrido de la exposición, con algunos cuadros diferentes a la exposición de Londres, se inicia con sus trabajos relacionados con la masía familiar de Mont-roig, como el famoso cuadro "La masía" (1921-1922), que perteneció a Ernest Hemingway.

También se exhibe "La casa de la palmera", "Huerto con asno" o "Retrato de Vicens Nubiola".

La secuencia de "Cabeza de payés catalán" (1924-1925) es otra de las que se exhiben, igual que "La tierra labrada" o "Paisaje catalán".

En la parte central de la exposición, el público podrá contemplar el reflejo de la Guerra Civil española en obras como la serie de "Pinturas salvajes" o el oscuro "Naturaleza muerta del zapato viejo", de 1937.

Tras decidir exiliarse en París, Joan Miró hizo algunos encargos para el gobierno de la República como "Aidez l'Espagne".

Posteriormente, el estallido de la Guerra Mundial hace que trabaje en sus "Constelaciones" y en la "Serie Barcelona", una cincuentena de litografías con personajes que incluyen ogros y monstruos, pero, especialmente, víctimas inocentes de los conflictos bélicos.

La antológica no obvia el momento creativo del artista durante los últimos años de la dictadura de Franco, residiendo en Palma de Mallorca, con grandes pinturas monumentales y también muestra su interés por la cerámica y la escultura.

Impresiona el gran tríptico "Azul", de 1961, que pintó en el luminoso y diáfano taller que le diseñó Sert, así como el tríptico "Pintura mural para la celda de un solitario", de 1968.

En las últimas salas se puede percibir lo que sintió el artista ante las revueltas estudiantiles de Europa de 1968 y se refleja su carácter siempre favorable a la experimentación.

Obras del período son el tríptico "La esperanza del condenado a muerte", de 1974, la serie de las "Telas quemadas" o el subyugante tríptico de los "Fuegos artificiales".

La exposición, que podrá visitarse hasta el 18 de marzo de 2012, viajará en mayo hasta la National Gallery of Art de Washington.