La rabia que el escritor gallego Ramón Reboiras siente ante la crisis que se vive en España y "en gran parte del mundo" fue el origen de su nueva novela, Visita a un extraño, una reflexión sobre la incertidumbre y la importancia de saber levantarse en la vida, por muy dura que haya sido la caída.

"Es una novela indignada, aunque no guarda relación con el movimiento del 15-M ni con nada de eso, pero me produce rabia la precariedad y el que la gente tenga que malvivir con subempleos. Los ideales han desaparecido y la solidaridad es muy escasa", asegura Reboiras en una entrevista con Efe.

Publicado por Periférica, el nuevo libro de este escritor y periodista, que se presentó ayer en la librería La Central, de Madrid, tiene mucho de "extraño", entre otras razones porque no es una novela al uso sino más bien un roman à clef ("novela en clave"), y porque, en un país con millones de parados, su protagonista, un ejecutivo de éxito, decide voluntariamente ir al paro y "desaparecer" de la vida que había llevado hasta entonces.

Ese personaje "a la deriva", al que el autor le ha prestado muchas de sus aficiones, sueños e inquietudes, había "sobrevivido a los dardos envenenados de la lujuria y de las drogas", y cuando "tira la toalla" y decide "reinventarse", se va a vivir a un entresuelo de paredes húmedas con sus discos y libros.

Para sobrevivir, el protagonista se convierte en redactor de horóscopos para una revista femenina, en jugador de póquer virtual y, en definitiva, en "un pelafustán", esa palabra que, según el Diccionario de la Academia, significa "hombre insignificante o mediocre, sin posición social ni económica" y que se repite a lo largo de este libro lúcido e irónico.

Director de la revista de viajes Orizon y colaborador de El País y de Harper's Bazaar, Reboiras (San Xulián de Laíño, A Coruña, 1961) sabe que su personaje puede llamar la atención en un país donde hay cinco millones de parados, una situación de la que no se ríe "en absoluto". El paro le parece "una lacra social" y cree que "alguna vez reventará". "Tendríamos que ver por qué no hay trabajo y por qué no se redistribuye la riqueza".

Pero, aunque "está claro que hay que ayudar a la gente que pierde el trabajo", el paro le parece "una de las cosas más perversas que existen, porque hay mucha gente que cobra el desempleo y que sigue trabajando". "Es una engañifa y una perversión del estado del bienestar", sostiene.

Visita a un extraño encierra reflexiones sobre "las caídas" que se producen en la vida, pero también es "un canto" a la fortaleza de las personas: "somos tremendamente vulnerables, pero tenemos una capacidad infinita para levantarnos cada vez que caemos", señala Reboiras.

La incertidumbre late a lo largo del libro. "No descendemos del mono, descendemos de la incertidumbre", afirma el narrador.

Y es que "la novela empezó por la incertidumbre", cuenta Ramón Reboiras, quien, por razones de su trabajo (entre otras cosas fue director cultural de la FNAC en España) conoce a mucha gente y tiene "muchos amigos". "Hubo una temporada -comenta- en que habían desaparecido todos; algunos habían muerto, otros no se ponían al teléfono, otros habían perdido el trabajo; otros, el matrimonio y otros, la cabeza", señala.

"¿Qué está pasando aquí?", se preguntaba Reboiras. "Somos pura incertidumbre. Nunca sabemos hasta qué punto estamos solos por muy rodeados que estemos de amigos que nos cortejan", asevera el autor, que le presta muchas de estas reflexiones al protagonista de su novela. Pessoa, Rilke y Nietzsche son autores que se citan en este libro que algunos considerarán de "autoficción", aunque a Reboiras no le gusta ese término.

El autor de Hazlo por mí, esa novela en la que narraba una experiencia en una clínica de desintoxicación de drogas, cree que "la manera más honesta de hacer literatura" no es hablar de sí mismo pero sí de alguien que se parezca a él, que le "preste su ego, su memoria, su fisonomía, sus gustos" para trasladarse "por los caminos de la creación".

Como le sucede a su personaje, a Reboiras no le convencen las redes sociales, aunque está "plenamente metido en ese mundo" y escribe en Twitter. "Millones de personas han colgado ya su perfil en el muro de las lamentaciones", dice el narrador. "Estamos viviendo una época de gran exhibicionismo, se ha perdido el pudor", señala.