La Santa Compaña de inmortales gallegos detuvo ayer su interminable peregrinación para asistir al homenaje que rindieron a Isaac Díaz Pardo intelectuales y amigos en el Museo do Pobo Galego. Así lo señaló Ramón Fandiño, compañero de travesía del galleguista en el Instituto Galego da Información y encargado de presentar un acto en el que otra compañera de camino, la coordinadora de Edicións do Castro, Charo Portela, y las escritoras Rosa Aneiros, Inma López Silva y Luz Pozo Garza, hicieron uso de la palabra para rememorarlo.

López Silva recordó, con permiso del actual responsable del departamento de Cultura en el Gobierno gallego, Jesús Vázquez, también presente en el homenaje, cómo el dramaturgo catalán Ricard Salvat solía referirse a Díaz Pardo como el "verdadero y vitalicio conselleiro de Cultura de Galicia". "Él invirtió en verdadera cultura gallega durante toda la segunda mitad del siglo XX y gracias a eso somos lo que somos en Galicia", señaló la escritora. Entre otras cosas, de él los gallegos pudieron aprender que "la palabra basta para cambiar el mundo; es la revolución", subrayó.

"Cuando nadie creía en nada", Díaz Pardo "creyó en un país que sigue sin creer en sí mismo", destacó la escritora Rosa Aneiros. Desde su juventud, cuando realizó una gran pintada en el Obradoiro pidiendo el "sí" para el Estatuto de Autonomía de Galicia, en 1936, el empresario y galleguista "habría de ser siempre 'sí' frente a cualquier contratiempo". La autora de Sol de inverno concluyó comparando a Isaac con el profeta Daniel, tal como lo esculpió el Mestre Mateo en el Pórtico da Gloria: "Sonríe retranqueiro porque se supo profeta en tiempos estériles".

Charo Portela, quien denunció la expulsión de Díaz Pardo del Instituto Galego da Información como un "acto injusto, cruel e innecesario", destacó su "recia voluntad e inmensa capacidad de trabajo", aunque "si algo le caracterizaba", dijo, "es el culto a la memoria". "Si algo aprendimos de él es la memoria como un deber y como un acto de justicia", subrayó. También su colaborador Ramón Fandiño lo definió como "una torre de ética por encima de todo". "Nosotros, con él, Sempre en Galiza, que era su lema y su libro de cabecera", concluyó.

En ninguno de los homenajes a Díaz Pardo falta la música. A su funeral o al tributo que le dedicó el Gobierno gallego, les puso banda sonora la gaiteira Susana Seivane. En el acto de ayer, que culminó con una interpretación de Bach, uno de los autores de música clásica preferidos de Díaz Pardo, el resto de melodías las pusieron los fundadores del grupo A Quenlla y miembros históricos de Fuxan os ventos, Mini e Mero (Xosé Luis Rivas y Baldomero Iglesias).

Ambos recordaron cómo el pintor les regalaba libros de poesía "señalando páginas", lo que "interpretaban" como una "sugerencia". Eran poemas como Roi Xordo, de Lorenzo Varela; Ratas, de Luis Seoane; o Cunetas, de Luis Pimentel, además de otros versos de Lorenzo Varela dedicados a Castelao, pero que, señalaron, también parecen escritos pensando en Isaac Díaz Pardo: "Galicia ceibe tallará o teu nome / nas outuras do Pórtico da Groria / pra que falen os anxos con un home / que leva a patria enteira na memoria".

Los músicos definieron a Díaz Pardo como un "hombre pequeñito muy humilde siempre, pero que nunca se dejó humillar". Precisamente creen que esa fue "la gran lección" que logró transmitir.

Para finalizar el acto, tras la lectura de un poema de Luz Pozo Garza, se proyectó el vídeo Isaac Díaz Pardo. Memoria do compromiso, de Xaime Fandiño, que enfatiza la apuesta del intelectual por la memoria. En él Isaac repasa su vida en una de las últimas entrevistas que concedió y recuerda que la principal misión del Laboratorio de Formas, a partir del cual se creó Sargadelos, era "recuperar la memoria histórica de Galicia".