A los dos grandiosos colosos de Memnon que dan la bienvenida al templo de Amenofis III, en la orilla oeste del río Nilo, se ha unido otro que ha vuelto a ponerse en pie después de más de 3.200 años. Un equipo internacional ha ejecutado esta faraónica obra, que ayer fue presentada en el mismo lugar donde la estatua estuvo oculta bajo el agua y el fango desde que un terremoto la destruyera alrededor de 1200 a.C. y las lluvias la sepultasen.

En este sitio arqueológico junto a la ciudad de Luxor el ministro de Antigüedades, Mohamed Ibrahim Ali, recordó los infatigables trabajos dirigidos por la armenia Hourig Sourouzian e iniciados en 1998 para conservar el lugar. En una explanada de 700 metros, cientos de personas pertrechadas con carretillas, picos y otros utensilios intentan rescatar las piezas que formaron parte del considerado como el mayor templo del antiguo Egipto.

"Es una gran satisfacción salvar a los monumentos del abandono, la destrucción y el expolio", destacó Sourouzian, que abogó por devolver la "dignidad" que en su día tuvieron estas piezas para que en un futuro puedan ser valoradas por los visitantes. En el caso del templo de Amenofis III, la técnica empleada para erigir estructuras de dimensiones colosales "fue mano a mano con el arte", aseguró la arqueóloga, que confesó su admiración por el dibujo de las formas del coloso rescatado.

Levantada en el segundo pilono de los tres que integran el templo fúnebre, esta escultura de cuarcita y unos 15 metros de altura representa a Amenhotep III (Amenofis III, en griego) sentado en un trono y acompañado por la reina Tiye, perfectamente perfilada al lado de la pierna derecha del faraón.

Al mando de su reconstrucción ha estado en los últimos nueve años el español Miguel Ángel López, que vivió los momentos más difíciles cuando tuvo que despegar del suelo el cuerpo del coloso -de 250 toneladas-y desplazarlo hasta reubicarlo en su lugar y posición originales.