Jeff Nichols cerró ayer la competición oficial de Cannes con un sobresaliente filme, Mud, que retrata con realismo y ternura el profundo sur estadounidense y en el que destaca el magnífico trabajo de los actores, en especial Matthew McConaughey y los niños Tye Sheridan y Jacob Lofland.

Una historia recibida con una fuerte ovación en Cannes en una edición en la que no ha habido ninguna película que suscitara unanimidad y con la que Nichols confirma una visión muy particular del cine que ya mostró en Take Shelter, con la que el año pasado se llevó el Gran Premio de la Semana de la Crítica del festival. Es una película sobre el amor visto a través de los ojos de un niño que tiene una enorme necesidad de entender el mundo que le rodea, que busca "desesperadamente una versión del amor que funcione" porque no tiene ejemplos positivos a su alrededor, explicó Nichols en rueda de prensa.

La 65 edición del festival concluye hoy con la entrega de premios y, el más codiciado, la Palma de Oro, a la que la busca dueño entre un puñado de películas que han gustado pero no impresionado, como Amour, de Michael Haneke; o Holy motors, de Leos Carax, o la mencionada Mud, que ayer entró con fuerza, aunque tiene en su convencionalismo su punto flaco. Frente a esta película, otras muy rompedoras. Hay quienes han adorado la extraña propuesta de Carax, que se llevó abucheos en su primer pase y que fue tan criticada como adorada.