Se titula Yo nací con la infamia, un modo de expresar que Juan Cueto Alas (Oviedo, 1942) nació con la televisión, al modo de aquello que dejó escrito Rafael Alberti: "yo nací -¡respetadme!- con el cine". El libro, que estará en las librerías el próximo mes de octubre, es, en palabras del periodista Juan Cruz, autor de la edición, "un recorrido por los textos más autobiográficos de Cueto que, aunque siempre ha sido un escritor muy pudoroso, de vez en cuando hace alusión a su propia biografía para contar lo que ve y cómo lo ve". El tercer hombre del proyecto es Jorge Herralde, fundador y director de Anagrama.

"El libro fue una idea que yo le di a Jorge Herralde, que llevaba tiempo tratando de que Cueto recopilara sus textos, pero a él siempre le han dado pereza este tipo de tareas, él escribe y después es capaz de dejarlo encima de la mesa", explica Juan Cruz.

El periodista se empeñó en convencer a Cueto y un sábado cogió un avión en Madrid y se presentó en Gijón. "Le invité a almorzar en un sitio que eligió él, me dijo que era donde habían comido los Rolling Stones (se refiere al restaurante La Pondala). Comimos arroz con almejas, pedimos vino y nos reímos mucho. Yo me había estudiado mucho sus columnas e hice como un periodista cuando trata de sacar cosas. Al final dijo que sí", relata Cruz.

Cuando se le pregunta a Juan Cueto por los textos que incluirá el libro, su respuesta es tan breve como exacta. "Son ensayos que ya tenía escritos, la mayoría publicados y algunos no editados. Tratan sobre el mundo en general, hay bastantes de cine y de televisión".

"Es que Cueto es la exactitud y el genio", añade Juan Cruz. "Es un hombre que a pesar de que escribe a una velocidad supersónica, está lleno de datos y esos datos nunca se hacen indigestos. Es como una buena fabada, lo que escribe nunca se indigesta, tiene la cadencia adecuada. Creo que ese ritmo proviene de su buen humor".

En Yo nací con la infamia, el lector se encontrará con una selección de artículos escritos y publicados por Juan Cueto en Triunfo, Cuadernos del Norte y El País, las tres primeras cabeceras ya desaparecidas. Cueto dirigió durante diez años la revista cultural Cuadernos del Norte, una publicación que hablaba de cultura sin fronteras y que introdujo en España nombres que, con el paso de los años, serían grandes autores como Umberto Eco, Martin Amis, Paul Auster y en general los mejores novelistas anglosajones de la actualidad. Cuando se le pregunta por esa época, Cueto suele decir: "Hablábamos de cultura sin fronteras".

Director de varias colecciones literarias en Júcar, con su amigo ya fallecido Silverio Cañada; autor de varios títulos -"no me perdono los muchos libros que no acabé", declaró hace dos años-, pionero y maestro en la crítica de televisión, que ejerció en el diario El País; director de Canal Plus en España y en Italia y, sobre todas las cosas, hombre atento a todo lo que sucede. Suele definirse a sí mismo como "un curioso".

Su modo de dar cuenta de lo que pasa y de hacerlo con clarividencia no deja de sorprender. En su último libro, Cuando Madrid hizo pop. De la posmodernidad a la globalización, un conjunto de trabajos dispersos, editado por Trea el pasado año y con introducción de Miguel Barredo, pueden leerse artículos como La utilidad de la crisis, en el que escribe: "Toda crisis es impredecible en mayor o menor medida, e instaura un cierto grado de incertidumbre en el proceso social". Y añade: "Los poderes logran mantener al ciudadano atemorizado, inhibido, silenciado, desesperanzado y desmovilizado". Cueto escribió esto hace treinta años.

"Ha sido uno de los escritores más atentos que ha habido, no hay asunto importante sobre el que no haya detenido su mirada. Es un libro de historia y de historias, si se quiere contar la última parte del siglo XX. Ha sido un introductor en España del periodismo que se refiere a la contemplación del espectáculo, ha sido un sociólogo de extremo rigor", subraya Juan Cruz. "La narrativa no sabe lo que se pierde no incluyéndole entre los grandes narradores de esos años", subraya.

Cruz cree que ese silencio nacional tiene que ver con la generosidad del propio Cueto. "En España, la gente suele tratar con mucho respeto a los antipáticos y Cueto nunca lo fue. Es generoso y simpático. Y ha estudiado los comportamientos de este país y deplorado lo cutre que es, lo poco inteligente en cuanto a la aceptación de los elementos de la modernidad. Hemos sido y somos un país antipático", señala.

Entre tanto, Cueto sigue cultivado algunas de sus pasiones, como el cine y la televisión, aunque de esta última solo ve series y el telediario. Mad men le sigue pareciendo "buenísima" y estos días se mantiene ocupado con Homeland. "Son los productos audiovisuales más importantes del momento", dice.

De vez en cuando, acompañado de su nieto, de 9 años, se acerca a las salas de cine. El otro día vieron Prometheus de Ridley Scott. "Aunque un poco pretenciosa y muy trascendente, es la película de la saga Alien que faltaba. Pero mi nieto pasó muchísimo miedo, no se si me lo perdonará. Pero a mí me gusta ofrecerle este tipo de películas porque, de mayor, dirá esta película la vi con mi abuelo".