Durante la Segunda Guerra Mundial, "los japoneses practicaron una política de canibalismo con sus prisioneros de guerra e incluso con sus compatriotas muertos en combate", un hecho que les diferencia frente a las atrocidades cometidas por todos los Ejércitos.

Así lo explica en una entrevista con Efe el historiador británico Antony Beevor, quien añade que ese fue uno de los aspectos que más le sorprendieron cuando investigaba para escribir La Segunda Guerra Mundial, un libro que no pretende ser "el definitivo" pero sí arrojar una mirada global basada en su experiencia como escritor y como exmilitar.

Ese canibalismo era un hecho que Beevor no conocía. Los americanos y los australianos decidieron no decir nada al final de la guerra por el shock que podría suponer para los familiares de los prisioneros que habían sido devorados, explica el historiador a Efe en Madrid, donde presentó su nuevo libro.

Unas prácticas que demostraron la crueldad de un ejército japonés "extremadamente militarizado", en el que se humillaba a los soldados y se les provocaba "una furia y una ira que les llevaba a vengarse contra los soldados vencidos".

Solo una nueva generación de jóvenes historiadores japoneses han tenido el valor de sacar estos hechos a la luz, aunque aún no de una manera pública ni masiva, explica Beevor.

"Es obvio que todos los ejércitos tuvieron la tentación de cometer los crímenes pero algunos mantuvieron unas ciertas proporciones, hay diferentes pautas de comportamiento. No todos los Ejércitos fueron iguales", señala el historiador.

Otro de los hechos que más sorprendieron a Beevor fue el "terrible sacrificio" que los mandos soviéticos infligieron a sus tropas en la operación de distracción que se llevó a cabo para distraer a los alemanes en la batalla de Stalingrado, que supuso la muerte de 250.000 rusos. "Sacrificaron más hombres que los británicos y los americanos juntos en el Día D", afirma un vehemente Beevor, que denuncia el cinismo de los rusos que actuaron bajo el mando del mariscal Georgy Zhukov.

Atrocidades que se dan en todas las guerras, aunque el canibalismo de los japoneses es sin duda el hecho más terrible de los que cuenta Antony Beevor en su libro La Segunda Guerra Mundial (Pasado & Presente), una vasta obra de la que la editorial estima venderá 20.000 ejemplares en España en solo una semana. Con esta historia global culminan los treinta años que el británico ha dedicado a investigar y escribir sobre el conflicto militar más amplio y sangriento de la historia.

Casi 1.110 páginas en las que ha volcado un ingente material de los archivos rusos, alemanes y franceses principalmente. Una información que le "ahogaba" en el momento de empezar a escribir pero que pudo estructurar gracias a su experiencia con libros como Stalingrado (2000) o Berlín: La caída 1945 (2002), auténticos best sellers.

En este nuevo libro Beevor recurre al elemento característico de la escritura: una mezcla entre las épicas narraciones de las batallas y de las grandes discusiones políticas con los detalles más humanos e inhumanos de las víctimas y verdugos de la guerra. Una historia que Beevor comienza en el frente oriental, en la guerra entre chinos y japoneses, un primer ejemplo de las atrocidades que cometerían los nipones, que en Nanjing acabaron con la vida de entre 200.000 y 300.000 chinos de la manera más cruel y sin distinguir sexo ni edad.

Si decidió empezar por esa parte de la historia es porque piensa que eso condicionó todo el desarrollo posterior de un conflicto que incluyó "elementos de guerra civil internacional" y fue "un conglomerado de diferentes conflictos".

"Me sentí muy halagado cuando dijeron que este era el libro definitivo sobre la Segunda Guerra Mundial pero no es así. Siempre habrá nuevos elementos. Los archivos de Rusia son enormes y sólo se pudieron consultar de 1995 a 2000 y los japoneses impiden el acceso a los investigadores extranjeros.