El cineasta mexicano Michel Franco logró dejar sin aliento al público de San Sebastián que asistió con el corazón encogido a la proyección de Después de Lucía, una cinta en la que muestra la extrema crueldad de un grupo de adolescentes que se ceba con una compañera recién llegada.

La película, que obtuvo el premio Una Cierta Mirada de Cannes, y opta al Horizontes Latinos de San Sebastián, fue seleccionada por México para representar al país en la convocatoria de los Oscar y después irá a los Goya españoles.

"Cualquier cosa que permita que la película encuentre a su público natural en cada país es maravilloso, y en ese sentido ayuda esa promoción", apunta Franco, convencido de que su cinta "puede interesar a muchísima gente".

"No la filmé para un público especializado, ni es distante o fría, al revés, trato de que se conecte con la película sin que se sea afín al cine de arte", declara.

Cuenta la historia de Ale (Tessa Ia), una chica cuya madre acaba de morir en un accidente de tráfico y su padre (Hernán Mendoza), dolorido y "muerto en vida", explica Franco, decide cambiar de ciudad y empezar de nuevo, pero todo se complica cuando la niña ingresa en una escuela de alto nivel donde sus compañeros la someten a un bullying brutal.

Lo que iba a ser una película sobre el luto, la depresión y la falta de comunicación entre los personajes, indica Franco, acabó siendo un estudio de la violencia.