Narrador, ensayista, memorialista y, por encima de todo, poeta, José Manuel Caballero Bonald, que recibió hoy el Premio Cervantes a los 86 años, es una voz insobornable y coherente, un escritor inconformista y contrario al pensamiento único que ha hecho de la poesía su razón de ser.

Tras haber ganado ya premios como el Nacional de las Letras, el Nacional de Poesía, el Andalucía de las Letras, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Federico García Lorca y, en tres ocasiones, el de la Crítica, este "insumiso" suma a estos galardones el Cervantes 2012, un reconocimiento que, como dijo al serle otorgado, ya le "tocaba" recibir.

Poeta "discontinuo e intermitente", como él mismo se define, este escritor español (Jerez, Cádiz, 1926) se toma con calma la poesía. Y, así, su poemario "Manual de infractores", publicado en 2005 y galardonado con el Nacional de Poesía en 2006, vio la luz ocho años después de "Diario de Argónida", el anterior.

Después del grito de insumisión e inconformismo que es "Manual de infractores", hizo gala de ese mismo espíritu en "La noche no tiene paredes" (2009), un libro en el que el autor se sumerge en "el abismo de la memoria" y reivindica la necesidad de dudar porque, como aseguró en una entrevista con Efe, "el que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil".

"Entreguerras", publicado a principios de 2012, ha sido la obra más arriesgada del último premio Cervantes, un largo poema autobiográfico, de casi tres mil versículos, sin rima ni metro prefijados y sin signos de puntuación, salvo exclamaciones e interrogaciones.

En esta obra, Caballero Bonald refleja sus "conflictos personales, a los enfrentamientos paulatinos con ciertas realidades inaceptables, a las luchas interiores para ir soldando lo que se vive con lo que se escribe", según el propio escritor.

Afable e irónico, este escritor considera la poesía como "una forma de defensa contra las ofensas de la vida", y con ese espíritu ha publicado además libros como "Las adivinaciones", "Memorias de poco tiempo", "Anteo", "Las horas muertas" (Premio de la Crítica, 1959), "Pliegos de cordel" y "Descrédito del héroe" (Premio de la Crítica, 1978).

Miembro de la llamada Generación de los cincuenta, junto con escritores como José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Francisco Brines, al Premio Cervantes no le gusta que se le encasille en ese grupo ni en ningún otro, porque "eso son muletillas que utilizan los historiadores para facilitar los manuales de literatura".

Como novelista publicó títulos como "Dos días de septiembre" (Premio Biblioteca Breve, 1961), "Agata, ojo de gato" (Premio de la Crítica, 1975), "Toda la noche oyeron pasar los pájaros" (Premio Ateneo de Sevilla, 1981), "En la casa del padre" (Premio Plaza y Janés, 1988) y "Campo de Agramante".

En los dos tomos de sus memorias, "Tiempos de guerras perdidas" (1995) y "La costumbre de vivir" (2001), dijo todo lo que tenía que decir y lo contó "sin rencor".

Como ensayista y articulista es autor de títulos como "Notas sobre el cante andaluz"; "Narrativa cubana de la revolución"; "Luces y sombras del flamenco"; "Luis Góngora: Poesía"; "Sevilla en tiempos de Cervantes"; "Copias al natural" o "Mar adentro".

Satisfecho del camino recorrido, a Caballero Bonald solo hay algo que se le ha resistido, por el momento: ser académico de la Lengua.