Neil Tennant y Chris Lowe son los nombres que hay detrás de Pet Shop Boys. Tras más de tres décadas y con cien millones de copias vendidas, este dúo se ha convertido en un clásico, una referencia obligada en la música electrónica y en el synth-pop. El próximo día 15 de junio serán cabeza de cartel del Sónar, el festival de música avanzada de Barcelona que este año cumple su vigésima edición. Será en esa fecha cuando se desvelará oficialmente una de las grandes novedades de la temporada, que no es otra que el nuevo álbum de los Pet Shop Boys. Bautizado Electric, muestra los derroteros musicales por los que Neil Tennant y Cris Lowe conducen ahora mismo uno de los navíos más representativos de la cultura sonora popular.

Ante la aparición de su nuevo disco, la prolífica banda inglesa -será su tercer álbum con material original e inédito en el último decenio, amén de numerosos proyectos paralelos y realizar giras casi sin respiro- no puede ocultar una ilusión contagiosa, de la que quieren hacer partícipe al periodista cuando le recibe en un despacho de su nueva compañía de management en Londres. Relajados, irónicos. Explicativo y expansivo Neil Tennant, monosilábico y un punto disperso Chris Lowe, transmiten en cualquier caso una madurez y un afán por la obra bien hecha que contrasta con lo festiva y a menudo irreverente que es su música.

¿Ponerle Electric a un disco de Pet Shop Boys no es una redundancia? Si hay una sonoridad eléctrica en el pop, posiblemente sería la suya. La noticia sería que su nuevo disco lo hubiesen titulado Acoustic.

Neil Tennant: Es un título con el que queríamos diferenciar de alguna manera el contenido en relación con nuestro álbum anterior, Elysium, que era una obra más reflexiva, algo más contenida, incluso algo más pausada.

Por cómo consume la afición la música actualmente, ¿sigue teniendo sentido hacer álbumes en su concepción tradicional, obras como un todo y una unidad entre sus partes?

Chris Lowe: Para mí, personalmente, sin duda. Puedes comprar canciones sueltas en iTunes, por supuesto, pero en algunas obras es imprescindible escuchar las piezas ligadas una a otra. Es como si a la hora de comprarte un libro en Amazon pudieses pedir sólo un capítulo y después otro. Sería absolutamente absurdo, ¿no?

N.T.: Con el poco tiempo que tiene la gente, podría ser una buena idea€ Pero yo creo que tiene un sentido pleno, aún tiene razón de ser el disco como un concepto, como un todo, si a ti te interesa el universo en el que crea el artista, su particular microcosmos; si quieres conocer el terreno de juego que está pisando para ir creando esas canciones o temas que te gustan. Ponemos Electric porque estamos indicando un punto de partida distinto, un tono vital, no tanto a la hora de componer como de grabarlo y producirlo, muy diferente al de nuestro disco anterior. Y esa sensación recorre el álbum en su totalidad.

Hablando del contenido del disco, han incluido una versión de un tema de Bruce Springsteen, The Last to Die.

N.T.: Tendría que explicar un poco globalmente el proceso de elaboración del álbum. Esas composiciones que quedaron fuera de Elysium eran las que tenían un enfoque más dance, y en ese contexto no pegaban mucho. Después las recuperamos y comenzamos a trabajarlas con el productor Stuart Price -en su hoja de servicios aparecen Madonna, New Order, The Killers, Kylie Minogue, Seal-, pero el tema comenzó a hacerse más complejo y fue adquiriendo una dimensión inesperada. Fue entonces cuando añadimos canciones escritas muy recientemente, y salió un disco entero de los Pet Shop Boys de enfoque claramente dance. Resumiendo, un álbum de canciones con una estructura más experimental y sonido de baile€ y con una versión de Springsteen. No es tan extraño.

Otro tema en Electric tiene un título muy Pet Shop Boys y que refleja algo de la filosofía del grupo: Love is a Bourgeois Contract (el amor es un contrato burgués).

N.T.: Bueno, está inspirado en una novela que apareció a finales de los años ochenta escrita por David Lodge, un escritor que me gusta mucho y que escribió una serie de tres novelas en las que refleja muy bien algunos aspectos todavía muy victorianos de la sociedad británica actual.

Un título de indudable carga política.

N.T.: Lo que caracteriza a Lodge, además de la calidad de su escritura y su amplitud temática, es su profundo y finísimo sentido del humor, con el que satiriza acerca del mundo académico, toda su pompa, el empleo artificial del lenguaje. Ofrece una visión de la realidad que le rodea muy interesante, viniendo de alguien de formación católica y que conoce esos segmentos sociales de los que habla con bastante precisión. Pero que hayamos puesto ese título a una canción no quiere decir que yo comulgue con su significado.

C.L.: Cambiando de tema, hay un aspecto en este disco que puede no parecerlo, pero que para nosotros fue muy interesante. Trabajábamos, componíamos y escribíamos en Londres y enviábamos el resultado a nuestro productor a su estudio de Los Ángeles. Él trabajaba con ello y nos lo reenviaba con sus añadidos o cambios. Y aquí nosotros sumábamos las partes vocales. Por la diferencia horaria era como estar en activo casi durante las 24 horas, y esa sensación era muy positiva porque veíamos que el trabajo salía delante de forma fluida, rápida y eficiente.

Muy eficiente, sí, pero la tecnología quizás está resituando, transformando, erosionando lo que era el trabajo en equipo, la misma esencia de lo que es la labor de un grupo.

C.L.: Cuando por razones de fuerza mayor trabajas con alguien que está en otro continente, las ventajas que te aporta la alta tecnología son indiscutibles. Pero para lo que ha sido, es, el trabajo compositivo, creativo, tanto Neil como yo, vivimos en la misma ciudad, en Londres. Y confieso sinceramente que no hay nada que supere en el proceso de creación que ambos estemos juntos en el mismo espacio físico, viéndonos, discutiendo, comentando. En la misma habitación. Y mirándolo con perspectiva, veo que nuestra manera de trabajar apenas ha variado a lo largo de todos estos años.

N.T.: Creo que incluso se ha intensificado esa cercanía a la hora de componer. Y ello es debido precisamente a la tecnología, porque ahora hay muchas fases del proceso de creación y acabado de una obra que las podemos hacer nosotros mismos sin necesidad de recurrir a otros o desplazarnos a otro sitio.

Después de tantos años de trabajo, de giras interminables, de una dedicación aparentemente agotadora y también de un éxito sostenido, ¿siguen motivados?

N.T.: El contacto con el público es determinante, y eso es lo que explica que nos dediquemos tan intensamente y durante tanto tiempo a las giras. Pero también es verdad que dejaríamos de hacer giras automáticamente si no consideráramos buena nuestra música. Somos lo suficientemente autocríticos como para darnos cuenta de cuándo una cosa es buena, tiene nivel y puede interesar, o de si no da la talla. Tenemos un catálogo muy amplio de canciones que gustan mucho al aficionado, y podríamos habernos dedicado a vivir de ellas, pero eso, insisto, es algo que no entra en nuestra manera de hacer. Es sobre todo la nueva música que hacemos, los cambios de rumbo sonoros que decidimos, las canciones originales que componemos, lo que da razón a que sigamos como el primer día, con interés e ilusión. Y supongo que los aficionados que van a nuestros directos se podrían conformar con cosas de nuestro repertorio, pero nosotros siempre queremos ofrecer algo nuevo, distinto y lo más original posible. Por eso damos tanta importancia, invertimos tanto, en nuestras giras y espectáculos.

C.L.: No sé por qué la gente se sorprende de que sigamos con esta actitud y entrega. Al fin y al cabo, trabajamos en lo que nos apasiona. El proceso de nuestra actividad siempre ha sido más o menos el mismo, y no lo cambiamos, porque nos llena y funciona: componemos música y canciones, la grabamos y, finalmente, buscamos gente para que las remezcle y les saque todo el jugo posible. Y esa es una labor que no nos aburre y que seguimos viendo como apasionante: ir al estudio, preparar demos, comentarlo, organizar la gira€