Hace hoy exactamente 540 años, el escribano judío Moshe Ibn Zabarah puso fin en algún lugar de la Ciudad Vieja coruñesa a una de las joyas de la literatura medieval, la llamada Biblia de Kennicott, cuyo original se custodia celosamente desde 1872 en la Bodleian Library de Oxford, una de las principales bibliotecas del mundo, tras haber permanecido varios siglos en paradero desconocido.

Este libro de valor incalculable ha sido desde entonces la meca de multitud de estudiosos de medio mundo que acudían a Oxford para su consulta, reservada a contados expertos, ya que la biblioteca Bodleian solo permite acceder al original, uno de los manuscritos iluminados más exquisitos que se conocen en lengua hebrea, bajo excepcionales condiciones.

En el colofón de esta maravilla bibliográfica, realizada poco antes de la expulsión de los judíos de España, se cita que fue acabada en la ciudad de A Coruña, en la provincia de Galicia en el noroeste de España, el "miércoles día tercer del mes de Av en el año 5236 de la creación", datación hebrea que corresponde en la cristiana al 24 de julio de 1476 según la historiadora Gloria de Antonio, experta en el estudio de las comunidades judías gallegas medievales.

La actual denominación de esta Biblia se debe a que llegó en 1771 a manos de Benjamin Kennicott (1718-1783), canónigo de Oxford y rector de la Universidad de Cultham de ascendencia judía que dedicó su vida al estudio del hebraísmo. Algunos años después de su adquisición, Kennicott cedió el manuscrito a la Biblioteca Radcliffe, de donde sería transferida en 1872 a la célebre Bodleian oxoniense.

Se desconoce dónde y cómo adquirió Benjamin Kennicott la vetusta Biblia coruñesa, considerada como uno de los mejores manuscritos medievales producido por la cultura sefardita, así como su paradero en los trescientos años anteriores a su reaparición en Oxford. El original guardado en la Bodleian Library se encuentra en perfecto estado y conserva incluso la caja de cuero en la que fue guardada originalmente en A Coruña.

La Biblia de Kennicott fue escrita e ilustrada en A Coruña por encargo de Isaac di Braga, hijo del acaudalado comerciante judío de ascendencia portuguesa Salomón di Braga, que residían en la Ciudad Vieja, que deseaban poseer una de las escasas obras literarias que en aquella época circulaban en Europa.

Los historiadores coinciden en señalar que la primera intención de la familia Di Braga no era la de encargar la confección una Biblia "propia" sino la de hacerse con una que se encontraba ya en A Coruña, la llamada Biblia de Cervera, realizada en 1300 y conservada actualmente en el Museo Nacional de Lisboa, que pertenecía a la familia Mordechai, también judía.

Al no poder conseguirlo, ante la rotunda negativa de los Mordechai, la familia Di Braga decidió emprender la ardua tarea de copiarla.

La experta en hebraísmo Gloria de Antonio confirma que la comunidad judía de A Coruña del siglo XV poseía varias Biblias notables "y, entre ellas, una efectivamente llamada de Cervera, lo que permite sostener que en esta ciudad tal vez hubo una especie de escuela de iluminadores de manuscritos que habría tenido influencia en toda Europa".

Algunos expertos consideran que la judería de A Coruña adquirió una gran relevancia económica durante la baja Edad Media, lo que se tradujo en una relevante actividad cultural. En la ciudad coruñesa se asentó entonces una de las mejores escuelas de iluminadores hebreos de toda Europa, equiparable a la de Colonia, en Alemania.

Pocas de esas Biblias han llegado hasta nuestros días. La enorme importancia de la Biblia de Kennicott radica en que no sólo es de las pocas que se conservan en el mundo de aquella época, sino la única de España de la que se sabe exactamente dónde y cuándo se hizo.

El escribano Ibn Zabarah concibió el manuscrito como una esplendorosa obra de arte, para lo que contrató al ilustrador Joseph Ibn Hayyim, que era a la sazón el mejor iluminador de manuscritos de Europa, junto con el judío alemán Joel Ben Simon. De las 922 páginas de las que se compone el original, 238 están ilustradas con vivos colores y lámina de plata. Para ello contrató al afamado ilustrador . Las imágenes de sus ilustraciones poseen gran riqueza de detalles y valor simbólico, como la del Rey David en su trono, entre otras.

Zabarah se asoció con el rabino David Kimchi y con el gramático Sefer Mikhol para marcar las vocales en el texto escrito en hebreo, algo inédito hasta el momento en las biblias judías.

Los tres lograron mantener la tradición sefardí a pesar de la opresión de la Inquisición. Utilizaron la letra cursiva cuadrada sefardí, con tinta castaña y a dos columnas, en páginas de 300 por 250 milímetros, para escribir los cinco libros de la Torá, los libros de Profetas y Haxiógrafos y un tratado gramatical copiado de la biblia de Cervera.

Ibn Hayyim plasmó una obra de estilo único, plagada de imágenes antropomórficas y zoomórficas, así como figuras muy estilizadas y muchas incluso abstractas. Entre las más conseguidas podemos destacar la del Rey David en su trono o la de Jonás siendo engullido por la ballena.

El valioso manuscrito abandonó la ciudad de A Coruña tras el decreto de los Reyes Católicos que ordenó la expulsión de los judíos de España en 1492 y estuvo casi trescientos años en paradero desconocido, hasta que fue adquirida en 1771 por el hebraísta Benjamin Kennicott en Oxford.

La comunidad judía Galicia Bnei Israel ha emprendido recientemente negociaciones para que la Biblia de Kennicott, una de las obras más notables de la literatura medieval, regrese a la ciudad en la fue que realizada.

Representantes de la comunidad judía gallega mantuvieron contactos en ese sentido con David Pollock, tesorero de la delegación europea de la Unión Mundial del Judaísmo Progresista (WUPJ), con sede en Londres.

"El retorno de la Biblia de Kennicott no sólo supondría una reparación moral e histórica, sino que también aportaría un enorme valor cultural para el legado histórico de la ciudad de A Coruña", asegura Galicia Bnei Israel.

El acceso al original que se conserva en la biblioteca Bodleian de Oxford es extremadamente difícil. Para facilitar la consulta del documento, se han confeccionado quinientos facsímiles, que están repartidos por bibliotecas de todo el mundo. Uno de ellos se encuentra en la Biblioteca Municipal de Estudios Locales de A Coruña, en la calle Durán Loriga.

La copia que actualmente permanece en A Coruña fue realizada por Bezalel Narkiss, una de las mayores autoridades mundiales en materia de manuscritos ilustrados hebreos.