Exigimos una tregua. Por favor, no más juegos de palabras con la palabra Villa. Estamos un poco hartos de MaraVilla, EspaVilla y de que los raulistas le titulen Villa-no, después de que haya enterrado bajo cuatro goles a su líder espiritual y seleccionador nacional Raúl, antes de que éste fuera sustituido por Luis. La inflación es bochornosa. Villa marca y es Marqués de Villaverde. Si obtiene una nueva diana, tenemos Villanueva a toda portada. Deseamos por nuestro bien que le endose cinco tantos a Italia, pero nos frena el temor a un flagrante El portero canta un Villancinco. Y si firma jugadas dignas de Maradona, alguien nos sorprenderá con Las de Villadiego.

La saturación carece de precedentes. Glorias patrias como Butragueño fueron ajenas al destripamiento ingenioso. Más allá del simpático Buitre, no se recuerdan titulares creativos como Butragueño abre el bargueño o Butragueño, el goleador risueño. A la hora de juguetear con linajes vascos, no se ha ido más allá de la ocurrente abreviatura de Zubizarreta en Zubi, o de Goicoechea en Patadón.

No podemos hablar por tanto de una enfermedad profesional de la prensa, sino de una excitación inducida por el goleador. Lanzas la palabra Villa en un congreso de analistas deportivos, y ninguno de ellos se preocupa por analizar cómo golpea por sorpresa, gracias a su rango de falso delantero. Antes al contrario, devanan su vena poética en el lírico Villa acaba en Sevilla. O en el Aston Villa, si son periodistas ingleses.

Ni siquiera estamos exagerando. ¿Por qué la palabra maravilla tiene doce millones de menciones en google, en tanto que la similar ilusión sólo alcanza los diez? Los dos millones restantes corresponden a la aportación suplementaria de MaraVilla. En las crónicas previas a la derrota, alguien está diseñando ya Villa Italia. Combatamos el reduccionismo lingüístico. El máximo goleador de la Eurocopa es algo más que un generador de combinatoria léxica. Para el caso de que se rechace esta moción, se debe facilitar al menos la labor de los imaginativos fabricantes de titulares. Los jugadores serán fichados por el posible aprovechamiento de sus apellidos. Los grandes clubes se disputarán los servicios del portugués Sombroso, cuyas gestas sobre el césped darán ASombroso. El senegalés Siasmo inundará primeras páginas de EntuSiasmo. Y así sucesivamente.