Tiene mérito, mucho mérito, lo del Dépor ayer en el Coliseo. Primero maniató al Getafe, al que bailó a base de mucho toque y movilidad. Así llegó el 0-1 de Mista. Y luego, tras la expulsión de Riki, se creció ante la adversidad, supo aguantar y anotó un segundo gol, el de Filipe, que dejó el partido encarrilado. Ni siquiera la segunda amarilla a Sergio descompuso al equipo coruñés, que jugó con nueve los últimos veinte minutos. El Getafe acabó entregado, impotente y silbado por su público, que abroncó especialmente a Míchel.

Más o menos el Dépor ya sabía de antemano lo que le esperaba en el Coliseo, un rival que juega bien al fútbol pero que también deja jugar. Ése fue el mayor error del Getafe, que cedió muchos metros y regaló el balón para que el equipo coruñés lo tocara a sus anchas. Y vaya si lo hizo. El Dépor abrió el campo, sobre todo por la izquierda, para dar lecciones de cómo se debe hacer circular la pelota. Era lo que quería Lotina, mucho toque y juego combinativo, y no tanto fútbol directo.

En una de esas transiciones de libro, con más de quince pases sin perder la posesión, el Dépor avisó con un buen centro de Filipe, que Mista remató en fuera de juego. Sólo un minuto después, en el 13, un calco de la jugada anterior dio lugar al 0-1. El brasileño centró como los ángeles y el murciano supo anticiparse a la defensa para conectar un cabezazo de gran delantero. El tanto de Mista fue un justo premio al mayor dominio visitante, que se acentuó todavía más durante los siguientes minutos. El Getafe sólo daba sensación de peligro a balón parado. Pedro León lo tiró todo, faltas y córners, obligando a Aranzubia y a su defensa a no perder ni un instante la concentración. Pero era casi imposible no cometer algún desajuste, y éste se produjo en el minuto 17. Pedro León sacó una falta lateral desde la derecha y Boateng, libre de marca, demostró que el remate no es precisamente su fuerte. Pese a esos arreones locales, el Dépor controlaba y daba sensación de manejar el partido a sus anchas. El 0-2 parecía que estaba al caer, pero entonces llegó la expulsión de Riki. El madrileño, que ya tenía una amarilla por un piscinazo dentro del área, peleó por un balón en boca de gol y el árbitro interpretó que lo tocó con la mano. Segunda amarilla y a la calle. El Dépor tenía que remar más de una hora en inferioridad numérica, una empresa complicada en un campo como el Coliseo, donde sólo el Barça había salido airoso esta temporada.

La expulsión de Riki volvió a meter en el partido al Getafe, que se estiró demasiado y pudo pagar cara su osadía si la vaselina de Guardado llega a encontrar puerta. Ustari dejó desprotegido el arco y el mexicano lo superó por alto con un zurdazo de calidad que se fue fuera por poco. La suerte volvía a dar la espalda al equipo de Lotina, quien poco después fue expulsado por sus reiteradas protestas. Ya es extraño ver tan cabreado a un hombre tan frío y sosegado como el vasco, pero ayer tuvo motivos para alterarse. Lo que iba camino de ser un triunfo plácido del Dépor se convirtió en un camino pedregoso por la exigencia de tener que jugar más de una hora con un hombre menos.

Tras el descanso el Getafe cargó con más insistencia pero sin demasiada fluidez. El equipo azulón cometió demasiadas imprecisiones. Parecía que quería marcar el segundo gol antes que el primero, y lo acabó pagando. Y eso que Gavilán pudo establecer la igualada con un derechazo ajustado que se encontró con las manos salvadoras de Aranzubia. Prácticamente fue la mejor ocasión de los locales, que poco a poco se fueron desinflando a raíz del 0-2. Guardado disparó cruzado y el balón acabó en los pies de Mista, quien solo ante Ustari prefirió ceder la pelota a Filipe para que el brasileño fusilara. Fue un bonito gesto del murciano, nada egoísta y muy trabajador durante la hora que estuvo sobre el césped.

A partir de ahí el Dépor se dedicó a defender con rigor sin renunciar a salir a la contra ante un rival que dio síntomas de impotencia hasta el punto de enervar a la gélida afición azulona. Así, visto para sentencia, llegó el partido a los últimos veinte minutos. Fue entonces cuando el debutante González González asumió de nuevo el protagonismo mostrando una segunda amarilla a Sergio más que rigurosa. Pero ni con nueve el Dépor se vino abajo. Aguantó el tipo con solvencia para sumar tres puntos que lo afianzan en los puestos europeos.