"Sería increíble quedar entre las cinco o seis primeras". Con esas palabras Sabela Rodríguez puso rumbo a Friburgo (Alemania), sede del 54º Campeonato del Mundo de patinaje artístico sobre ruedas, el primero al que se presentaba la patinadora coruñesa. Y lo consiguió. La herculina acabó sexta, por detrás de las favoritas y tras remontar tres puesto con su programa libre. Para Sabela, lo que comenzó como una auténtica odisea, por su tortuoso viaje a la localidad alemana, acabó como el mejor broche imaginable para una temporada de oro.

"Estoy muy contenta, la verdad. Después del programa corto, en el que hubo bastantes rifirrafes con los jueces, aunque estaba muy contenta igualmente, el largo salió muy bien y me coloqué sexta. También hay que decir que el resto falló un poco y eso me ayudó a estar ahí arriba" asegura Sabela Rodríguez.

En la jornada del miércoles, la patinadora del Club Maxia consiguió colocarse en la novena posición gracias a su programa corto, en el que presentó una coreografía inspirada en una pieza de Edvin Marton, un violinista ruso. Después de presentar el programa obligatorio, Sabela Rodríguez se preparó al máximo para dar lo mejor de sí en el largo, o libre, en la jornada dominical, el cierre del Mundial. Con una mezcla de la banda sonora de La Pasión de Cristo, Sabela volvió a la pista para demostrar por qué es la actual campeona de España. El resultado, un meritorio sexto puesto en su debut en un Mundial.

"Subir algún que otro puesto era el objetivo, lo que no quería era perder esa novena plaza. Pero sabía que si lo hacía bien podía estar más arriba; no en podio, pero sí quinta o sexta, como acabé al final", apunta la coruñesa.

Ahora, a punto de llegar a casa -viajaba de noche desde Barcelona- para disfrutar con la familia de este magnífico resultado, Sabela echa la vista atrás y se ríe de cómo inició esta aventura. Aunque en su viaje hacia su primer Mundial lo que más le apetecía era llorar. Todo lo que podía salir mal, salió.

El temporal que azotó Galicia la pasada semana fue el detonante de una serie de peripecias que a punto estuvieron de acabar con las ilusiones de la patinadora coruñesa. Debido al mal tiempo, Sabela no pudo despegar el viernes y su vuelo fue aplazado para las siete de la mañana del sábado, pero el Vigo-Barcelona directo se había convertido en un vuelo A Coruña-Madrid y otro Madrid-Barcelona. Para cuando llegó a la Ciudad Condal la expedición de la Federación Española de Patinaje ya había puesto rumbo a Zúrich en el avión que estaba programado. La coruñesa tuvo que comprar otro billete, que le reembolsaron posteriormente, para viajar a la localidad suiza.

Desde Zúrich, el viaje continuaba en tren hasta la localidad de Friburgo -Freiburg, en alemán-, pero, por desgracia para Sabela, en Suiza también hay una localidad que se llama Freiburg y después de viajar más de seis horas descubrió que seguía en el país helvético.

Ya desesperada, consiguió ayuda en Friburgo -donde nadie había oído hablar del Campeonato del Mundo que organizaba el país vecino- para coger un tren en la dirección correcta y llegar a la localidad alemana sede del Mundial. "Fue surrealista, una situación muy difícil, que por suerte acabó bien. Pudiendo estar en una hora en mi destino tardé casi siete en tren, eso fue lo peor", recuerda la campeona de España.

Al final, el cambio de vuelo, las escalas, las casi siete horas de tren y todas las preocupaciones desaparecieron cuando la patinadora coruñesa percibió el ambiente a Mundial que se respiraba en el aire.

"Cuando llegué al pabellón me di cuenta de que estaba en un Mundial. La pista, el aforo, la organización... parecía todo igual que en la tele, no me creía que estuviese allí, estaba en una nube. Y a medida que pasan los días uno se acomoda y se adapta. Estaba nerviosa, pero con muchísimas ganas de competir, yo no me jugaba nada y lo hice lo mejor que pude", confiesa.