Lo más grave no es el resultado, una derrota que entraba en los pronósticos. La goleada quizá tuviera menos apostantes. Lo más preocupante, doloroso y desesperanzador si cabe, aunque no haya alcanzado la Liga ni su primer cuarto, es que el Deportivo que tan mal ha empezado a andar por el campeonato salió anoche del Santiago Bernabéu sin sensación alguna de enderezar su rumbo, de encontrar soluciones tácticas o presentar alternativas que mejoren lo que hasta ahora ha sido capaz de enseñar. El 6-1 -hay que echar mano de la hemeroteca para encontrar un palo tan gordo- de ayer hace demasiado daño a un equipo, el coruñés, que, por cierto, es colista de Primera División. Toca fondo. Lo que duele sentirse último.

Ni cuatro minutos resistió el Dépor en manos del Madrid que más remata y menos acierta, un equipo que regateó su estadística de efectividad y se despachó a gusto con su invitado en un primer tiempo tremendamente placentero. Se queja Lotina de que sus hombres no hacen ni cosquillas al contrario. ¿Pasó de verdad ayer el Deportivo por el Bernabéu? En el primer tiempo, no, salvo para hacer cambiar las costumbres que hasta ahora venía adoptando el conjunto blanco.

Acostumbra la afición del Bernabéu a bostezar con el Madrid de José Mourinho y a despedirlo con pitos camino de los vestuarios. Ayer ni le dio tiempo a aburrirse y le brindó a los jugadores un estruendo de aplausos cuando el partido entró en el descanso. Después cantó lo que quiso con la caída de los goles uno tras otro. No pensó tener una noche tan fácil el Madrid ni encontrarse con un Dépor que fue un auténtico chollo.

Pues eso, ni cuatro minutos aguantó el equipo de Miguel Ángel Lotina en pie, ayer vestido de negro en una noche oscura, tétrica. A los tres minutos se adjudicó Cristiano Ronaldo el saque de una falta directa; chutó mal y puso morritos, pero en el saque de esquina enmendó el error, un minuto después. Se anticipó a Lopo en el cabezazo y mandó el balón a la red. El chico ya es feliz.

Dos remates después el Madrid liquidó la contienda con su tercer disparo a puerta del partido, el segundo que recogió Manu del fondo de su portería. El Dépor esta vez falló en defensa, Morel descuidó la marca y permitió a Özil recibir ante Manu, cambiarse el balón de pie, orientar el disparo y enviarlo a la red. Ni media hora llevaba el partido. Y superados los treinta minutos, otra desfeita. Manuel Pablo le regaló la banda a Higuaín, muy bien desmarcado, que centró impecablemente para que Di María cabecease con la misma limpieza a la red. Tres a cero. "A segunda", se burló y auguró el fondo sur del Bernabéu. El público es soberano, dicen. Y a veces, sabio.

El Deportivo sólo estuvo en el césped en ese primer acto para asistir impotente a la superioridad blanca y resignarse con su propia indolencia. Con Saúl de mediapunta, Juan Rodríguez por la derecha y Lassad en punta tampoco hubo revolución anímica en el campo. El asturiano fue de los pocos en entrar en el área, pero para mostrarse inocente en un cara a cara con Pepe. Salió del campo Saúl a los cinco minutos de la reanudación. Como era de temer, el equipo no chutó ni una vez a portería.

Tuvo Lassad en sus botas la ocasión de darle un vuelco a la situación nada más comenzar el segundo tiempo. Resbaló Carvalho y el francotunecino encaró solo a Iker Casillas sin saber driblarlo y lanzándole el balón al cuerpo. Al perdón le sucedió la sentencia, por si el duelo no estaba ya resuelto. La firmó Higuaín para completar la nómina de atacantes goleadores, rozando el fuera de juego y provocando un éxtasis que la grada añoraba. Sin mucho más esfuerzo el Madrid hizo el quinto con el apoyo imprevisto de Zé Castro, que batió a Manu al intentar despejar el balón. El colmo para el central portugués, que minutos más tarde se tuvo que marchar lesionado.

El Deportivo soportó el resto del encuentro tratando de agarrarse a la dignidad, con más mediocentros sobre el tapete arreglado del Santiago Bernabéu, con más balón en su posesión y el honor finalmente ganado de haber marcado un gol antes de que el Madrid cerrase el partido con el sexto. Juan Rodríguez culminó una buena combinación entre Guardado y Adrián, de nuevo en acción como relevo de Lassad. Ni celebró el malagueño el tercer tanto del Dépor en esta Liga, el primero en jugada. No está para festejos, sino para agachar la cabeza hoy y levantarla mañana. Cuanto antes. Porque por mucho tiempo que quede por delante, esto empieza a tener ya mala pinta.