Agonizaba la carrera cuando los encargados de la señal internacional de televisión decidieron pinchar la radio de Alonso. El mensaje era contundente y merecía la pena lanzarlo al mundo. "¡Me rindo, me rindo!". El chillido del español por el transmisor retumbó en los oídos de Andrea Stella, el mismo interlocutor que once meses atrás, en Abu Dabi, le pidió que sacase todo su talento después de echar al piloto a los leones y entregar el Mundial en bandeja a Vettel. Ayer, en Corea, donde el español había puesto patas arriba el campeonato del anterior curso, reflejó en una sencilla frase todas sus frustraciones.

Venía incrustado con el Ferrari en el grupo que se repartía el podio, asumido otra vez el dominio aplastante de Vettel. Y trataba sin ningún tipo de éxito de acosar a Button para ir más allá de la quinta posición que tenía. Pero se dio de bruces con las limitaciones de un coche que está lejos de los otros equipos punteros. Todo su pilotaje, su arrojo y entusiasmo quedaron reducidos a la nada. Así que mientras Vettel firmaba su décima victoria del año, Hamilton terminaba segundo y Webber completaba el podio, Fernando Alonso ponía el cierre a la gira por Japón y Corea con un resultado discreto: quinto. Justo por delante de su compañero Massa para dejar a los coches rojos en lugar de escaso brillo.

Le faltan al año tres carreras y lo que ya hace Ferrari es buscar soluciones mágicas para frenar a partir de marzo el rodillo de Red Bull. "Firmaría ahora mismo acabar quinto el Mundial y encontrar en estas carreras una décima de rendimiento para el año que viene", dijo Alonso, que llevó en el coche todo el fin de semana un prototipo del alerón delantero de 2012. "A lo mejor no es muy bueno para este coche pero nos ha dado información que si llega en febrero significaría un problema", argumentó. Y avanza otra frase demoledora para el mes y medio que le queda a al curso. "Suena triste, pero no se puede esperar mucho de nosotros. No creo que nadie cuente con una pole nuestra en India o con que ganemos la carrera, si no lo hemos hecho en toda la temporada".

Alonso pasó el domingo entre trampas de las que le costó un triunfo salir. Arrancaba por la parte sucia y eso descartaba una salida estratosférica. Mantuvo la posición en la primera curva y después se enzarzó en una bonita lucha que duró toda la primera vuelta. Ahí tuvo Vettel las primeras dificultades por que Hamilton, astuto, le birló el liderato. Para el alemán no es suficiente verse con el título en el bolsillo y le devolvió el golpe unas pocas curvas después para restablecer el orden y demostrar que no piensa levantar el pie de ninguna de las maneras.

Pronto Fernando Alonso empezó a darse cuenta de que no iba a ser su tarde. Atascado detrás de Felipe Massa, no pudo superarle con la facilidad de otros domingos. Y ahí estuvo a rebufo del brasileño, que contó con la ventaja de poder elegir primero su paso por boxes. El que va primero, escoge, dice el librillo de cuando en una escudería no hay órdenes, como pasaba ayer en Ferrari.

Fue en el último relevo de neumáticos, en el giro 38º, cuando Alonso por fin apareció por delante de Massa al reingresar a la pista por el carril de salida de los talleres. Fueron los mejores momentos del asturiano porque pudo retrasar el último receso y disfrutó del sprint final de la carrera con un juego de neumáticos más fresco que el de sus rivales. El compuesto más duro le fue esta vez de maravilla y consiguió sus mejores tiempos, con el cronómetro instalado en el 1.40 en cada uno de los giros de su relevo final. Acosaba a Button, su rival por el subcampeonato, pero no lo hacía con la fuerza suficiente como para adelantarle. Hasta que, cansado, desistió a dos vueltas del banderazo y firmó un quinto puesto que siempre es poco para un Ferrari.

El campeonato viaja a India y Adu Dabi, donde Fernando Alonso encuentra la motivación en subirse a dos podios de los que todavía no conoce sus medidas. Nunca antes se corrió en Nueva Delhi, pero los tres viajes que ha hecho al emirato, los saldó con papeles de actor secundario, primero en su despedida de Renault y el año pasado ya con Ferrari, con quienes llegó reluciendo como líder pero salió bañado en lágrimas.