El Deportivo se está teniendo que acostumbrar a más cosas que a jugar en Segunda División. Los horarios marcados por las televisiones suponen toda una novedad que en las últimas semanas están castigando con más dureza de lo habitual a los fieles blanquiazules, ubicando los encuentros de Riazor en franjas horarias casi incompatibles con la vida laborable del común de los aficionados o, incluso, con la vida familiar.

No hace tanto, el grueso de las jornadas del fútbol profesional concentraban los partidos en el domingo, el día más común de descanso tanto para trabajadores como para estudiantes. Y apenas se adelantaban un partido o dos al sábado, normalmente a las 10 de la noche, respetando a la mayor parte de la gente que tiene jornada laboral el sábado. Sin embargo, de las ocho jornadas ligueras, solo en dos ocasiones el Deportivo jugó el domingo, que lleva ya cinco jornadas consecutivas jugando el sábado

Poco a poco el interés de las televisiones, las entidades que más dinero inyectan en las arcas de los clubes, se ha ido imponiendo al interés general y al de los propios aficionados. Esos que verdaderamente mantienen al fútbol como uno de los espectáculos más importantes en el mundo. Y los innumerables horarios de sábado y domingo aparecen, incluso, jornadas en viernes -la más habitual, a las 21.00 horas- o lunes.

Los deportivistas, descontentos

Quienes pagan el pato de este negocio son, curiosamente, quienes lo sostienen, que son los socios y aficionados de los diferentes clubes. Concretamente, los aficionados deportivistas han sido castigados con más dureza en los tres últimos partidos que su equipo ha jugado en Riazor. La última jornada, el pasado sábado a las 16.00 horas ante el Nàstic, mismo horario que el anterior partido de liga en Riazor ante el Guadalajara. En el medio de esos dos encuentros, un duelo de copa a las 22.00 horas ante el Alcoyano un miércoles, víspera de día laborable.

Resulta increíble, no obstante, que en ninguno de esos partidos la entrada de Riazor bajase de las cifras habituales, superando los 20.000 espectadores. Algunos menos se citaron en el duelo copero frente al Girona -unos 16.000-, pero los aficionados están claramente más motivados con la competición liguera. Los deportivistas están intensamente aferrados a la ilusión del ascenso y hace falta mucho más que unos malos horarios para bajarlos del tren de su esperanza. Pero, con todo, lo cierto es que determinadas horas no parecen ni siquiera respetuosas para los socios de los clubes, y la mayor parte de la afición se queja de esta circunstancia.

Juan José Tomé y Mónica Suárez, dos socios deportivistas, lamentaban las prisas que les produjo en un día de descanso que el partido frente al Nàstic se jugase el sábado a las 16.00 horas. "No me gusta tener que jugar a las cuatro. Tienes que comer a toda prisa y además los chavales juegan por la mañana", se quejó Juan, a lo que Mónica añadió que tuvieron que venir "deprisa desde Betanzos por el partido de los niños". Además, Mónica comentó que "no se deben jugar partidos a las 10 de la noche la víspera de un día laborable", en alusión al duelo de Copa el pasado miércoles ante el Alcoyano. Otra de las realidades del fútbol moderno, que con sus intrusivos horarios se olvidan tanto de la base como del fútbol modesto.

Dos jóvenes deportivistas, también socios del Dépor, opinan en la misma línea. David Lestón cree que las cuatro de la tarde es "demasiado pronto" para un partido de fútbol profesional y cree que "mucha gente llega a última hora porque casi no da tiempo a comer. Lo mejor es jugar los partidos entre las seis y las ocho". Algo que Lucía Iglesias comparte. "Lo normal es no jugar ni muy tarde ni muy temprano, tener venir tan temprano es un coñazo". Y lo cierto es que tanto el Deportivo como cualquier otro equipo tiene socios y aficionados que han de desplazarse para acudir al estadio. Ayer, se vió a bastante gente comiendo bocadillos dentro de Riazor nada más sentarse.

Bendición para la hostelería

Este lío con los horarios provoca situaciones nuevas de las que sale ganando la hostelería de los aledaños de Riazor. Al igual que gente como Juan José o Mónica, muchos otros comen cerca del estadio por falta de tiempo para hacerlo en casa. Varios locales hacen su particular agosto con estos partidos y algunos ayer agotaron las existencias.