El técnico deportivista, José Luis Oltra, lo había advertido durante la pretemporada. Después del primer partido de preparación del equipo ante el Viveiro (0-3) proclamó que la presencia de Valerón en el once inicial iba a estar condicionada. "Difícilmente", dijo, podría verse al canario compartiendo el centro del campo con Jesús Vázquez como aquella tarde sobre el césped de A Cantarrana. El papel reservado para el centrocampista onubense en tareas de destrucción, por mucho que el técnico le atribuyera condiciones "ofensivas" al término de aquel bolo de pretemporada, colgó sobre Valerón el papel de jugador imprescindible en la creación de juego.

El futbolista canario, pese a aquellas palabras de Oltra, había salido de inicio en todos los partidos de Liga disputados hasta ayer, siempre con Jesús Vázquez por detrás de él. El encuentro de ayer, sin embargo, comenzó con Valerón en el banquillo. El entrenador deportivista, quien ni siquiera ante la plaga de lesiones modificó el esquema de juego, prescindió ayer por primera vez del canario como enganche con la delantera. En su lugar, situó a dos puntas por delante de los centrocampistas, confiando también en la contribución de los jugadores de banda.

El guión del encuentro le obligó a emplear a Valerón en la segunda mitad. La lesión de Guardado, unido a la desventaja de dos tantos en el marcador, dejó al mediapunta canario como la única alternativa posible para recomponer el ataque. Su aportación, sin embargo, fue testimonial. Las urgencias deportivistas por levantar el resultado no eran las más adecuadas para las condiciones de juego de Valerón. El equipo, huérfano del canario, se entregó entonces por completo al desborde desde la banda de Saúl y al ímpetu de Riki en la punta del ataque para al menos igualar el partido.