Los tres días de espera tras la última debacle en Cartagena fueron tensos para el deportivismo. Otro rival en horas bajas, que no conocida el triunfo en su estadio, se aprovechó de un Depor que no impone lo esperado ante sus rivales. Cinco tropiezos en diez partidos. Mucho más dolor del esperado en poco tiempo. Y la moral del aficionado se mina cada vez un poco más.

Se notaban síntomas de decepción. Los Blues, que siempre animan hasta en los peores momentos, recibieron al equipo con una pancarta clara y dura: "Nós vivimos 24 horas polo Dépor. Vós nin 90 minutos". Resume el sentir general de una afición que recibió la entrada de los jugadores al campo con una reacción fría, entre expectante e indiferente, indignada por tanto tropiezo sin explicación.

Y lo primero que esuchó el Deportivo nada más ponerse el balón en juego fue un "Dépor, échale huevos", que se contagió por todo el estadio. Como un desahogo generalizado en una afición que no supo esconder su desencanto y que bajó de decibelios a la hora de animar a su equipo. Incluso, al descanso, se escucharon bastantes silbidos.

Sin embargo, la remontada del segundo tiempo fue medicina para el enfermo. Con el 3-1 la afición lo vio hecho y empezó a calentar el derbi, coreando consignas para picar al Celta. Entre el júbilo, llegó el gol de penalti y el sufrimiento. El enfermo sigue tocado, pero avanzó en su recuperación.