La apuesta de Ferrari es arriesgada. Del coche del año pasado, el que alcanzó su tope de evolución en verano y al que no hubo manera de sacar un rendimiento aceptable, apenas quedan las pegatinas y el mítico color rosso corsa. Del resto, nada. En Maranello le han dado la vuelta al monoplaza como a un calcetín, y lo han construido a partir de conceptos revolucionarios en la casa. Por eso, nadie en el equipo espera resultados en los primeros entrenamientos de la temporada. "Son demasiadas cosas que entender", deslizan desde el garaje de la escudería, donde viven pendientes de recopilar datos y comprobar que todo es como los ordenadores, el simulador y el túnel del viento habían calculado.

Fernando Alonso llegó ayer muy temprano al circuito, con el sol, perezoso, buscando un hueco en el cielo jerezano. Apenas dos grados de temperatura y un asfalto gélido recibieron la primera vuelta del asturiano. Al final del día, séptimo en la lista de tiempos. Pero dicen en Ferrari que ahora no buscan impactar a nadie con un resultado que acapare titulares.

El coche ha cambiado de cabo a rabo, desde la concepción novedosa de las suspensiones a la base aerodinámica. Internamente es también distinto y la forma de conducirlo ha cambiado. Alonso trabajó ayer con intensidad, pero una avería en el sistema hidráulico le dejó parado una hora y media, así que el recuento de kilómetros fue inferior al que deseaban. El piloto asturiano rodó un total de 67 vueltas, solo más que Sergio Pérez (48 con el Sauber) y que Jules Bianchi. El francés debutó con mal pie como tercero de Force India, cuyo monoplaza estrelló nada más arrancar y ahí acabó el día.

"No estaré contento hasta que todo vaya bien", dijo el director técnico de Ferrari, Pat Fry. En sus manos está el tercer año ferrarista de Alonso. "Tenemos mucho margen de mejora. La fiabilidad es buena y el rendimiento, correcto, pero hay aspectos que debemos mejorar", reconoce. El objetivo es conseguir que todo funcione bien el 17 de marzo, cuando se ponga en juego la primera pole del año, en Australia.

Que Ferrari ande retrasado en la tabla de tiempos entra dentro de lo normal a estas alturas de preparación. El F2012 es una ruptura con el pasado y ahora la tarea de aprendizaje es lenta, pesada y difícil de digerir. Muy diferente a lo que sucede en Red Bull y McLaren, que ya consiguen buenos tiempos con la evolución que han hecho a coches que ya la temporada pasada ofrecieron un buen rendimiento, excepcional en el caso del equipo de la bebida energética.

Ayer se estrenó también el campeón del mundo. Sebastian Vettel llevó al Red Bull a un buen lugar, por detrás del Renault de Grosjean y del Mercedes de Rosberg, aunque en la casa alemana andan estos días con el monoplaza del año pasado, con el sistema de escapes y la configuración de motor prohibidas esta temporada. "Es demasiado pronto para saber cómo de competitivo es el coche. Hay mucho trabajo que hacer por nuestra parte", comentó el alemán.

Quien apuntó estos días a ser una escudería tenida en cuenta es Lotus, la antigua Renault. Raikkonen se fue de Jerez con buena nota y Romain Grosjean, encargado ayer del pilotaje, demostró que han llegado a los entrenamientos con el trabajo bien hecho.

Fernando Alonso cierra hoy las pruebas para Ferrari con otra extensa lista de tareas. La scuderia tiene en contra el tiempo y el recorte de la pretemporada. Tras Jerez solo quedarán otras dos tandas de trabajo en Barcelona antes de empaquetar con destino a Melbourne. La cuarta entrega de ensayos ha quedado pospuesta para abril. Será en Mugello, cuando ya se hayan disputado cuatro carreras. Así lo acordaron los equipos y la FIA con el objetivo de que aquellos que comiencen el curso por el camino equivocado tengan una posibilidad de rectificación.