La Vuelta se hallaba ayer en un estado latente a la espera del temible tríptico de alta montaña, con llegadas en alto feroces y endemoniadas que revolotean ya sobre la carrera. Estas cimas encadenadas eran de lo que se hablaba en la salida en plena plaza del Obradoiro. Si hasta ayer era terreno para Purito y Valverde, llega el momento de Contador. "Alberto nos va a poner las pilas en Asturias. Un tío como él te puede matar si tiene un buen día", dijo Purito.

Esperan tres jornadas brutales. Hachazos, estrategias, demarrajes, emboscadas, peligro de caídas y el público echando el resto en Ancares, Lagos de Covadonga y Valgrande-Pajares. "Hemos tratado de innovar y también de concentrar lo más interesante del recorrido al final de cada etapa", ha explicado el mandamás de la Vuelta, Guillén.

Llega hoy la etapa entre Palas de Rei y Puerto de Ancares. Si bien no termina en la cima del puerto, será un día difícil para los ciclistas. No por grandes cumbres sino por transitar por un terreno altamente exigente. Ancares se descubrió al gran público en la pasada edición en la que se incluyó en la etapa que llegaba a Ponferrada y que concluyó con la victoria de Albasini.

La segunda jornada de este tríptico saldrá desde La Robla (León) y llegará a los Lagos de Covadonga, uno de los mitos de la ronda española. Comienza la etapa en suelo leonés con la ascensión a Pajares por su lado suave. Después se sube el Mirador del Fito, puerto de siete kilómetros con los cuatro últimos de una pendiente media superior al 9%. Tras el descenso, peligrosísimo con lluvia, un tramo de falso llano lleva a Cangas de Onís y allí se encuentra el desvío al santuario de la Virgen de Covadonga donde comienzan trece kilómetros de ascensión.

Esta llegada se estrenó en 1983, con victoria de Lejarreta. Se asciende cada dos años o, a lo sumo, tres. Es el Tourmalet de la Vuelta, con el público abriendo un pasillo microscópico a los ciclistas. En Covadonga han ganado desde Delgado a Lucho Herrera, pasando por Jalabert, Pino o Tonkov. Allí no gana cualquiera.

Queda el diabólico Cuitu Negru. La pista de 2,8 kilómetros que va desde Brañillín hasta la cima ni siquiera era apta para la subida de los vehículos hasta hace una semana. Es una auténtica pared.

Su historia es similar a la de L'Angliru, su gemela asturiana. Fue a finales de 2011 cuando el Club Puerta de Asturias propuso que en el proyecto de mejora de Pajares se acometiera el asfaltado de la pista hasta el mencionado Cuitu Negru. De esta forma, se ampliaría la subida desde Fierros en algo más de dos kilómetros sobre rampas de más del 24%. Los responsables de la Vuelta visitaron la cima y acordaron finalizar allí una etapa. El colosal Cuitu Negru pondrá fin al tríptico, no a la carrera. A partir de ahí toca sacar la calculadora pero... Todavía quedará "una Bola".