Pocas veces se había visto a Fernando Alonso tan feliz en el podio. Cierto que había logrado una gran remontada desde la décima a la tercera plaza, pero mayores las hubo esta misma temporada, como cuando en Valencia salió undécimo para acabar ganando la carrera. La razón de tanta alegría estaba más allá de esos 15 puntos sumados. La explicación venía dada por una suma de factores, y no era el menor de ellos el haber completado un triplete de podios en las tres carreras que el asturiano disputó en casa. Fue, cronológicamente, segundo en Barcelona (Gran Premio de España), primero en Valencia (Gran Premio de Europa) y tercero ayer en Monza, en el Gran Premio de Italia, donde hizo recuperar la ilusión a los tifossi de Ferrari, que habían visto cómo en menos de una semana el Mundial se les había puesto cuesta arriba.

Más razones. A los 15 puntos logrados por el asturiano hay que añadir el cero de tres de sus más directos rivales en la lucha por el campeonato como Sebastian Vettel, Mark Webber y Jenson Button. Los tres, curiosamente, habían sido los grandes beneficiados hace solo una semana de la furia desatada por el francés Grosjean en la primera curva del Gran Premio de Bélgica, en la que se llevaba por delante al Ferrari de Alonso y al McLaren de Hamilton. El británico ganaba ayer haciendo buena su pole, pero el asturiano afianzaba su liderato con un podio que sabe a gloria. A Monza llegó con 24 puntos de ventaja sobre el segundo, entonces Vettel, y sale con 37 respecto a su más inmediato perseguidor, ahora Hamilton.

Alonso había demostrado el sábado ser el más rápido de la parrilla, pero un problema en la barra estabilizadora de su Ferrari en la Q3 lo había enviado a la décima plaza. En lugar de ver la botella medio vacía, optó por asumir que aún estaba medio llena. "Mejor que los problemas sucedan el sábado y no el domingo, que es cuando se reparten los puntos", dijo tras la clasificación.

Asumió entonces que le tocaba remontar, apelar de nuevo a la heroica. Y la remontada comenzaba arriesgando una vez más en el mismo momento de la salida. Y allí, en la recta inicial, se cobraba el ovetense sus dos primeras víctimas -Di Resta y Rosberg-, mientras Felipe Massa se intercalaba entre los McLaren de Hamilton y Button apurando sus opciones de revalidar contrato con la Scuderia.

No se había completado la primera vuelta cuando Alonso superaba a Kobayashi, y prácticamente de seguido hacía lo propio con Raikkonen. Hubo que esperar cinco vueltas más, a la séptima, para que cayera Schumacher. Alonso ya era quinto tras Vettel, mientras Hamilton, Massa y Button estabilizaban sus tres primeras plazas.

Se vivieron entonces unos giros de calma, rotos con el adelantamiento en la vuelta 19 de Button a Massa y con la entrada en boxes a la siguiente de Alonso y Vettel. Fueron más rápidos en el cambio de neumáticos los mecánicos de Ferrari y a punto estuvo el asturiano de adelantar al alemán en la misma calle de boxes. Fue el primer pique entre ambos. El segundo, en la 26ª vuelta, pudo acabar en tragedia: Alonso intentó adelantar por el exterior en la parabólica -allí donde el alemán lo superó en 2011 sin problemas-, pero el piloto de Red Bull, que parece no haber asimilado su nuevo rol en la parrilla, le cerró irregularmente el hueco y obligó al ovetense a pasear por la hierba. Esa misma maniobra podría haber quedado sin sanción en cualquier otro escenario, pero en Monza, el templo de Ferrari y con los tifossi apretando de lo lindo, el castigo parecía claro. Poco tardaron los jueces en decretar que Vettel pasara por la calle de boxes, aunque ya antes, en el giro 29, Alonso había logrado superarlo en la pista.

Con Hamilton y Button muy destacados, Alonso acariciaba ya el podio pues ante sí solo encontraba a un Felipe Massa al que no tardaron en recordarle que no entorpeciera el trabajo del asturiano. Pero incluso antes de que Alonso superara al brasileño ganaba otra plaza al quedar parado en plena recta el McLaren de Button (vuelta 34). Y en la 40 pasó lo que tenía que pasar: Alonso adelanta a Massa y se sitúa segundo.

Fue entonces cuando en la pantalla aparecía un invitado con el que nadie había contado hasta entonces: Checo Pérez (Sauber), que desde la decimosegunda plaza de la parrilla se había colocado cuarto. Poco tardó el mexicano, a ritmo de vueltas rápidas, en situarse al rebufo de Massa, que se veía superado a nueve giros del final (vuelta 44). Solo dos después, adelantaba sin remisión a Alonso, que no pudo contener las arremetidas de Checo como hizo en Malasia en la segunda cita del año. Pero esos tres puntos perdidos (de los 18 del segundo a los 15 del tercero) quedaban compensados poco después y por partida doble: primero cuando desde el puesto de mando de Red Bull obligan a parar a Vettel (vuelta 48) al detectar un importante problema en los frenos; y luego, cuando Webber debía retirarse (vuelta 52) después de marcarse un espectacular trompo producto también de un problema en los frenos traseros de su monoplaza.

Hamilton y Alonso, así, recuperaban en Monza el terreno perdido en Spa, y el campeonato abandona Europa con el asturiano líder destacado. Tenía motivos sobrados para sentirse tan feliz en el podio del circuito de Monza.