El vaso medio lleno y medio vacío. El Cerceda tiene motivos para estar contento, pero también para estar impaciente. Por un lado, ganó al Taradell, un equipo que nunca bajó los brazos y que tuvo en su portero, Albert Dalmau, su mejor arma. Se llegó al descanso sin que se moviera el marcador a pesar del penalti de Payero. En la segunda parte, José Ramón y el argentino abrieron la renta, aunque Benito, de pena máxima, puso intriga hasta el final. El triunfo supone que los coruñeses siguen invictos en su feudo -para conseguir el ascenso lo fundamental es ganar todos los partidos de casa y pescar algún punto fuera- y la recuperación de la derrota en la final de la Copa Príncipe. Por otro lado, la derrota del Vilafranca a manos del Alcobendas hace que los coruñeses recuperen el coliderato de Primera. Pero esto también tiene una doble lectura, porque los cuatro primeros no terminan de despegarse -Vilafranca (26), Cerceda (26), Alcobendas (25) y Mataró (25)- y solo hay sitio para tres.