Habían pasado solo unas horas desde que el Cerceda había caído a Primera División cuando Juan Copa se propuso un reto: "No descansaré hasta que devuelva al equipo a la OK Liga". Al entrenador le costaba contener las lágrimas al recordar el esfuerzo que habían hecho y que el sueño, al final, murió por tan solo un punto, y para más ensañamiento, como cuarto por la cola en la única temporada en la que los condenados fueron cuatro. A veces el deporte es muy cruel, pero tres años después le devuelve al conjunto coruñés lo que le debía. No sin sufrimiento. Tenía que empatar o ganar contra el Alcobendas y empezó 0-2 abajo. Los principios que lo acompañaron todo el año lo llevaron a una remontada hasta el cielo (5-3). Con un pequeño gran Neto en la portería y un espectáculo de juego: presión, combinaciones y múltiples opciones de ataque. La recompensa a la humildad, el trabajo y el sacrificio de un grupo formado por jugadores de distintas casas pero de una misma familia, la del hockey sobre patines coruñés, que unido demuestra hasta dónde puede llegar. Las gradas eran una muestra. Un conglomerado de color con las equipaciones de los distintos equipos de la ciudad que vestían unos niños que ahora querrán ser como ellos. Copa puede respirar tranquilo. Lo ha vuelto a conseguir.

Como en la temporada 2008-09. De aquella generación dorada ya solo quedan él y el capitán José Ramón. El suyo era un proyecto de futuro que de haber tenido suerte y un poco más de apoyo, hoy podría estar luchando de tú a tú contra la clase media-alta de la OK Liga. Bajo el ala del entrenador coruñés crecieron algunos de los jugadores más prometedores del panorama nacional como Xavi Malián, Toni Pérez y Eduard Lamas, ahora piezas clave en el Liceo que puede ser campeón de liga, y Pablo Cancela, que triunfa en Italia con el Forte dei Marmi. El Cerceda, también con Neto y José Ramón, dio la cara pese a su inexperiencia. En la primera parte pagó la novatada, pero hizo una segunda vuelta para enmarcar. Si solo hubiese contado esta, hubiese llegado a puestos de Copa del Rey. Sumó 22 puntos, el séptimo mejor. Por eso el descenso fue tan cruel. Encima le obligó a la reestructuración. Se marcharon buena parte del grueso de la plantilla y se desvinculó del Liceo. Era el momento de caminar solo.

La vuelta a Primera fue mejor de lo esperado. Las bajas dieron paso al descubrimiento de nuevos jugadores como el joven David Torres y el Cerceda fue sexto. Eso disparó las expectativas. Regresar a la OK Liga se convirtió casi en una obsesión. Y le pesó. La temporada siguiente fue un desastre. Empezó como favorito y terminó por la cola. Pero le sirvió para aprender. Se reforzó bien. Volvió Neto a la portería y con él se trajo del Órdenes a Martín Payero y Juan Fariza. Encajaron a la perfección y dieron un plus de calidad. Los que se quedaron dieron un paso adelante, como José Ramón, que recuperó su mejor versión. Físicamente se prepararon como nunca con Mon Fernández. Y el equipo fue otro. Defensivamente muy fuerte y con mucha clase en ataque, pero con una voluntad de hierro que lo llevó a levantarse con un triunfo después de cada derrota. Una temporada de diez que puede culminarse con el título la próxima semana en Sant Cugat.

Muchas pueden ser las claves, pero hay cuatro principales: la humildad, quitarse presión (la OK Liga siempre fue la palabra tabú), la unión del grupo y, sobre todo, el trabajo. "La clave fue llevar el año tranquilos, sin ponernos ninguna meta desde el principio e ir partido a partido", señala Neto. "Nos comimos más horas aquí que nadie: festivos, Navidad, Semana Santa, fines de semana libres... Copa es un enfermo y nos contagió el amor por el trabajo", comenta José Ramón. "Somos una piña, después de perder nos apoyábamos entre nosotros y las derrotas se nos olvidaban", añade Jorge González. "Se ha trabajado muy bien con gente de casa y muy humilde", apunta Martín Payero. "Hacía tiempo que no me pasaba, ir a entrenar cada día con unas ganas tremendas. Es un grupo excelente. Te pide más trabajo. Nos lo hemos merecido desde el principio. Siempre los más regulares. Esta es la recompensa", resume Juan Copa. Ahora ya puede descansar. Antes, bromeaba incluso con tomarse un año sabático. Pero cuesta imaginárselo alejado del hockey ni siquiera un minuto. Empezará a planificar la temporada en la OK Liga y se aferrará a su inseparable libreta.

Martín Barrós, portero

Neto volvió al Cerceda para brillar. Le había tocado vivir a la sombra y después de crecer un año en el Órdenes, regresó y aportó al equipo mucha seguridad. Sus compañeros podían adelantar las líneas, ser más agresivos y presionar más arriba porque sabían que atrás el guardameta respondía ante cualquier eventualidad. Es el segundo menos goleado de la categoría y a bola parada su efectividad roza la perfección.

Martín Payero, medio

El jugador más decisivo y con más clase de Primera División. La madurez le ha sentado fenomenal, con todo lo bueno de su juego y un nuevo saber estar sobre la cancha. Su posición es más atrasada, haciendo funciones de director de juego, pero eso no le quitó ni un ápice de verticalidad, con 34 goles y eso que se perdió varios partidos. El Cerceda necesitaba al mejor Martín Payero y tuvo a uno superlativo.

Chus Gende, defensa

Un pilar dentro de la cancha, donde era el mariscal de la defensa, y fuera de ella. Cuando terminó la primera vuelta tuvo que dejar el equipo por unos problemas de espalda que finalmente lo retiraron del hockey sobre patines. Siguió desde el banquillo todos los partidos de sus compañeros y se convirtió en la principal motivación para ellos, con ganas de dedicarle un ascenso del que él también es partícipe.

Juan Fariza, delantero

Un acierto de fichaje. Fariza, que venía del Órdenes, dio el cien por cien en cada partido durante toda la temporada. Un todoterreno que Juan Copa pudo utilizar en cualquier lado de la pista, desde director de juego hasta último rematador. Con un gran lanzamiento exterior ayudó a abrir las defensas más cerradas y trabajó en defensa como el que más. Se convirtió en uno de los insustituibles para el entrenador.

Sergio Huelves, defensa

Jugó poco, pero siempre cumplió. Juan Copa suele contar con él para los minutos en inferioridad numérica por su velocidad. Cuando Gende se retiró, entró en las rotaciones con mayor asiduidad. Lee muy bien el juego y se anticipa a los movimientos. También da grandes pases. Empezó la temporada lesionado y pasará por el quirófano una vez que se termine para solucionar unos problemas con su hombro.

Jacobo Mantiñán, delantero

Quizás no fue su año más goleador, pero cuando el equipo más lo necesitó fue cuando dio la cara. La retirada de Gende le obligó a dar un paso adelante y en la segunda parte de la temporada se vino arriba. Gran patinador, suple sus carencias en el apartado físico con una técnica exquisita. Busca siempre lo bonito y en su segunda temporada como rojiblanco se le vio completamente integrado al sistema de Juan Copa.

Jorge González, defensa

De la teórica segunda unidad, hizo que el equipo no bajara de nivel cuando los titulares descansaban en el banquillo. El año pasado se perdió media temporada por cuestiones laborales y cuando volvió, se rompió la mano. Su recuperación fue una pieza clave para darle al equipo solidez. Es un jugador serio y competitivo, lo que le ha llevado también a marcar varios goles aunque no sea su principal faceta.

David Torres, delantero

En continua progresión, a sus 19 años ha alcanzado una madurez impropia. Su faceta goleadora era conocida, pero esta temporada mejoró su rendimiento en el trabajo defensivo. Se ha convertido en un jugador completo que se puede utilizar en toda la cancha. No le tembló el pulso para tirar y marcar un penalti en el último minuto en Raspeig con el partido empatado. Vive por y para el hockey sobre patines.

José Ramón, medio

No quería marcharse con el mal sabor de boca de la última temporada. Y tenía una cuenta pendiente tras el descenso. Vaya si se ha resarcido. No pareció el mismo y recuperó su mejor nivel. Fue el José Ramón que hace que todos los chavales de una generación sueñen con ser como él. Sencillamente, hace malabarismos sobre los patines y con el stick en la mano. Como capitán, lideró al vestuario y lo mantuvo unido.

Iñaki Ojanguren, portero

La gran temporada de Neto dejó cerrado el debate de la portería desde el principio, pero su ayuda durante los entrenamientos fue vital para que su compañero se mantuviera en alerta. El mérito es saber esperar la oportunidad en silencio. La tuvo en el partido contra el Raspeig y mantuvo a salvo la red, sin encajar ningún gol. Junto a Martín Rodríguez garantizan el relevo generacional en la portería.