Ya han pasado casi doce años, pero sigue siendo difícil no estremecerse con las imágenes de Manuel Pablo agarrado a una pierna sin forma tras una entrada del céltico Giovanella que le rompió la tibia y el peroné. Lo mismo que con la lesión de Filipe Luis, con el pie mirando hacia el lado contrario tras un choque fatal con el portero del Athletic, al que acababa de batir en un gol que le costó una rotura de peroné. Con Víctor Tenreiro se revivieron estos momentos el pasado 1 de septiembre. También en un partido de fútbol, pero americano. A los 40 segundos de juego del España-Italia del Campeonato de Europa, pasó de la euforia de su debut, y además como titular, con la selección a española a la desolación de decir adiós a sus sueños. Por un momento perdió la concentración, se quedó quieto en una jugada y un rival se le cayó encima, con tal suerte de que el pie se le quedó clavado en el césped y el resto del cuerpo giró. El calor que sentía en la zona le avisaba de que no era un encontronazo más. El quarterback del equipo se le acercó y le agarró la cabeza. Le dijo: "No mires". Ya era tarde. En la cara del coruñés se reflejaba el horror de lo visto: el pie estaba totalmente fuera de su sitio.

Los asistentes del equipo reaccionaron rápido. El fisio le agarró el pie y el médico, sin avisar, se lo volvió a colocar. "Escuché el crack de que todo volvía a estar en su sitio", recuerda. Pero el daño ya estaba hecho. Luxación completa del tobillo y rotura de peroné. "Me di cuenta de que el Europeo se había acabado para mí", dice. Y se vino abajo. "Vi pasar los cinco años de entrenamientos y empecé a preguntarme por qué eso me tenía que pasar a mí", confiesa. Pero antes de marcharse del campo aún tuvo tiempo de animar a sus compañeros. "Me retiraron en camilla y desde la banda empecé a gritarles que no se relajaran porque a mí lo que me había pasado era por eso. En el momento se vinieron arriba, aunque después perdimos", explica.

"Quejarse y llorar no me sirve de nada", continúa. Intenta hacer bromas y ser positivo: "Tengo la suerte de que tengo unos padres que me están cuidando y de haber recibido el cariño de todos, incluso de los italianos y los serbios. Y de los entrenadores". Y eso que la lesión truncó alguna de sus esperanzas de futuro, porque esperaba que el Europeo le sirviera de escaparate y venderse a otras ligas continentales después de haber pasado por la alemana. Ya operado, una intervención que consistió en ponerle un tornillo para que uniera el peroné a la tibia, tiene dos meses antes de volver a pisar. "Quiero recuperarme con tranquilidad. Luego empezar la rehabilitación y retomar el atletismo. Para primavera, si llega alguna oferta... no lo descarto, pero tampoco tengo muchas ilusiones", reconoce. Pero no se arrepiente: "Si no quería exponerme a esto, mejor me hubiese dedicado al ajedrez".