-Su fuerte temperamento le costó varias tarjetas en sus primeros partidos en España. Ahora da la impresión de estar mucho más tranquilo en el campo, ¿ha aprendido a controlar los impulsos?

-Me he tranquilizado mucho. Uno siempre en la vida comete errores. No hay que chocar siempre con la misma piedra. Entonces, uno trata de calmarse. Además, ya sé cómo son los árbitros acá.

-¿Y cómo son?

-Se puede hablar con ellos. Si te acercas y te diriges a ellos puedes hablar tranquilamente y eso es algo que me gusta mucho. El otro día, cuando terminó el partido contra el Alavés, le dije al árbitro que fue penalti y que había acertado. Le dije: 'mire, señor, quédese tranquilo porque obró muy bien, fue penal'. Él me dijo: 'muchas gracias Culio, porque esto que estás haciendo tú no lo hacen muchos jugadores'.

-Menudo ataque de sinceridad.

-Es la verdad. Fue penalti y me equivoqué.

-Un gesto nada habitual en el fútbol de elite, ¿no le parece?

-Es verdad que hay jugadores y jugadores, pero uno cuando se equivoca tiene que reconocerlo. No siempre hay que mirar para otro lado. Cuando uno se equivoca tiene que asumir la responsabilidad y afrontarlo. Yo me equivoqué. Fue penalti. El árbitro estuvo muy bien.