Víctor Castro coge aire, emocionado, a su llegada a Alvedro. Todos sus compañeros, entrenadores, directivos y familiares le están esperando para recibirle como se merecía. Como todo un campeón de Europa. Al cuello, sus tres medallas logradas en Limassol (Chipre) en la cita sub 23. Dos de oro y una de plata. En la cara, una sonrisa permanente. Y el ánimo, por las nubes. "Ya le he dicho a mi entrenador -Ferenc Szabó- que no se corte con los entrenamientos del año que viene. Vamos a ir a tope a por el Mundial y después, a por Río". Ya no hay límites.

Para el coruñés, de 22 años, fue la mejor forma de terminar un año duro. Mucho trabajo para llegar al Mundial lesionado, aunque sacó toda su garra para batir sus marcas y otorgar a España una plaza olímpica. Pero todavía le quedaba el Europeo sub 23 con el difícil reto de superarse a sí mismo. "El día de la competición, cuando salí del hotel, ya sabía que iba a ser campeón, que iba a ser mi día", recuerda. "Y eso que me puse un poco nervioso al fallar sobre 135 -en arrancada-. Pero todo salió bien", suspira aliviado, con sus compañeros, que le mantearon, bromeando por detrás con que se tenía que ir a entrenar.

Las cuentas para ir a Río, de momento, salen. Tras los resultados del Mundial hay cuatro plazas masculinas que tendrán que repartirse entre las nuevas estrellas de la halterofilia española: Andrés Mata, Alejandro González, David Sánchez -con el que comparte la categoría de menos de 69 kilos-, Josué Brachi y él mismo. Pero estas plazas hay que reafirmarlas en el próximo Mundial, en año preolímpico en el que ninguno de los grandes nombres querrá fallar.

El año 2015 será, por tanto, muy importante en el camino hacia su sueño. Pero, de momento, solo piensa en descansar. Después, volverá a ponerse las pilas, pero sin cambiar nada. "Ya estoy asentado aquí, con trabajo, mi entrenador, mi grupo que es muy bueno", afirmó. Porque su actuación también demuestra que desde A Coruña también se puede llegar lejos. "No hace falta estar en la Blume de Madrid para conseguir resultados". Allí entrena su compañera del CH Coruña Irene Martínez, que en Chipre también se subió al podio para recoger una plata en arrancada en -63 kilos. Ferenc también se acordó de ella para pedir un aplauso en su nombre. Son sus dos perlas. El motivo de orgullo de un club humilde y toda una ciudad.