En solitario, con hijos, con amigos, con desconocidos, mirando al cielo o besando el suelo. No importa de qué manera superaron la línea de meta los participantes en el IV Maratón Atlántica Coruña42, todos son campeones. Aunque fueron Lolo Penas y María del Rosario Figueroa los que se llevaron el título, los otros 1.000 corredores también probaron el sabor del éxito. Algunos prefirieron quedarse en casa antes de hacer frente a los 42 kilómetros, y es que en la carpa de reparto de dorsales aún quedaban camisetas sin dueño. Pero los que sí acudieron a la cita lo hicieron con el ánimo por las nubes y con muchas ganas de divertirse.

Las calles amanecieron muy tranquilas. Los corredores, con sus vestimentas, pusieron color a la ciudad mientras esta se despertaba. Los gritos y aplausos de ánimo comenzaron pasadas las nueve de la mañana. Y también las quejas de algunos ciudadanos, afectados por los cortes de tráfico. Como si no fuera con ellos, intentaban colarse entre las vallas para llegar a su destino. Los voluntarios hicieron todo lo posible para mantener el orden y evitar que los participantes se encontrasen con obstáculos en su largo camino.

También la lluvia respetó a los maratonianos. Al comienzo de la prueba el cielo no auguraba nada bueno, pero a medida que pasaron los minutos el tiempo se fue asentando y la temperatura rondaba los 14 grados. Las gotas hicieron acto de presencia al mediodía, sobre las 12.30 horas, pero pronto desaparecieron. Un pequeño refresco para los corredores. "Ha sido un éxito de carrera. Gran fortuna que la climatología nos haya ayudado. Es una gran alegría", declaró Isidoro Hornillos, presidente de la Federación Galega de Atletismo.

Los espectadores y transeúntes quisieron formar parte de la prueba. Ya fuese animando, sacando fotografías o bien indicando el camino hacia la meta -sobre todo en la zona de Juana de Vega y plaza de Mina, donde no había vallas-. También los participantes en la carrera popular de 10 kilómetros -más de 2.000- se quedaron en los alrededores del Ayuntamiento herculino para disfrutar del ambiente de la fiesta del atletismo gallego. Algunos incluso regresaron al circuito para ayudar a una minoría a la que le fallaron las fuerzas. Pusieron sus hombros como apoyo, desempeñaron el papel de guía e hicieron que estos rezagados se colgasen la medalla de finisher. Auténtico compañerismo.

Otro gesto que quedó en la memoria del público fue el de Fernando Buendía, entrenador de las categorías base del Leyma Básquet Coruña. Buendía cruzó la meta pasadas las tres horas y vestía la camiseta del club naranja con el nombre de Oumar Diakité, jugador que falleció en 2013 tras no poder superar una enfermedad cuando solo tenía 19 años.

Otros se atrevieron con celebraciones originales y divertidas. Un joven llegó al último kilómetro con un muñeco de E.T., el extraterrestre de Steven Spielberg, al que las azafatas le colgaron la medalla del Maratón. También un guerrero romano, con todo lujo de detalles, completó los 42 kilómetros.

Las celebraciones de los campeones fueron un poco más sencillas. Lolo Penas cogió la cinta de la línea de meta y la beso con pasión. María del Rosario Figueroa, en cambio, levantó el puño derecho luciendo una amplia sonrisa mientras cerraba los ojos para disfrutar del momento. "Estamos apreciando una fórmula perfectamente compatible entre el atletismo popular y el federado de alto nivel. A Coruña es escenario testigo de esta realidad", explicó Hornillos, que se siente "satisfecho" porque la Federación que dirige "participa en una prueba grandiosa, que proyecta la imagen de la ciudad, del atletismo gallego y, cómo no, del deporte en Galicia".

En definitiva, la competición se desarrolló perfectamente. Salvo algún incidente aislado. En la zona de Salesianos, a la cantante del grupo Us in the Mirror le sustrajeron el bolso mientras daba un concierto que formaba parte de la programación de la prueba. Además, uno de los arcos hinchables situado en María Pita se vino abajo durante la carrera. Pero pronto se solucionó el altercado, que provocó las risas de los presentes.

El speaker que se hizo cargo de la retransmisión de las carreras permitió a los espectadores conocer la situación de los primeros corredores a lo largo de los 42 kilómetros, así como las liebres. Además fue el encargado de nombrar a cada uno de los maratonianos que pasaron por el último kilómetro, cargándolos de palabras de ánimo y orgullo. A todos los participantes. Del primero al último. Este fue Camilo Ameijeiras. Poco a poco consiguió su reto después de cuatro meses de preparación. El cronómetro marcaba las cinco horas y media cuando este valiente pudo cantar victoria. Detrás de él, un gran número de voluntarios de las carreras lo aplaudía con fuerza. Alguien le espetó: "Los últimos serán los primeros". Así se siente él y los 1.000 compañeros más de aventura: campeones.