El portugués Nélson Oliveira (Lampre) tiró de sus aptitudes de contrarrelojista en una escapada en solitario de 30 kilómetros que le condujo a la victoria más importante de su vida en la decimotercera etapa de la Vuelta, la antesala de la gran montaña.

Oliveira, de 26 años, fue el más poderoso en la fuga de 24 hombres que decidieron la suerte de la etapa, en la que los favoritos pasaron página a las puertas de la gran montaña, con Fabio Aru (Astana) a buen recaudo con el maillot rojo de líder, a la espera del tríptico del norte. La hora de la verdad.

Lampre llevaba tres hombres en la avanzadilla. Junto a Oliveira rodaban Rubén Plaza y Valerio Conti. Una mayoría que se hizo valer merced a la maniobra maestra del doble campeón de Portugal contra el crono con una contundente arrancada en la bajada del Alto del Moncayo, a 30 de meta.

El excorredor del Xacobeo Galicia, donde debutó como profesional en 2010, se largó para no volver, en busca de la gloria de manera valiente y decidida, sin mirar atrás. Se trataba de jugar esa baza o seguir en el anonimato.

Por detrás nadie se inmutó por impedirlo. Oliveira solo tuvo que hacer lo que mejor sabe: apretar los dientes y rodar a tope desafiando el reloj. "La contrarreloj más larga" de su carrera le condujo "al día más feliz" de su vida. Etapa marcada en su calendario.

A un minuto del corredor de Aveiro, séptimo en el Mundial de Ponferrada, se presentaron los otros 23 fugitivos del día, y a 5 minutos la marabunta, con la mente puesta en lo que les espera en Cantabria y Asturias de sábado a lunes.

Aru sigue tranquilo su día a día. El ciclista sardo probará "algo" en los puertos. Sabe que si no aleja al holandés Dumoulin antes de la crono de Burgos la Vuelta puede volar. Y lo sabe también Purito.