España asaltó el liderato del Grupo C en un duelo decisivo ante Eslovaquia, a la que anuló con su fútbol de toque, recuperando la brillantez del pasado en un primer acto en el que los tantos de Jordi Alba y de Andrés Iniesta, de penalti, plasmaron una superioridad que acerca la Eurocopa 2016.

Era el momento de enterrar las dudas de la fase de clasificación y recuperar el brillo de un grupo de jugadores acostumbrados a ganar, que en el último Mundial recibieron un disparo a su autoestima. Eslovaquia y su perfecta fase de clasificación no tenía nombre para llenar el Tartiere pero sí para motivar a los internacionales españoles que vengaron la derrota de Zilina.

España recuperó la mejor de sus versiones con futbolistas que dan un paso al frente en responsabilidad ante la ausencia de antiguos iconos. Nadie podrá ser Xavi en el fútbol de toque pero su herencia la interpreta mejor que nadie Iniesta, asociado al crecimiento de David Silva.

El toque con velocidad y profundidad con los laterales convertidos en extremos. La presión alta y asfixiante para robar con rapidez y ser dueños de la posesión. La libertad para inventar de Cesc a los movimientos de Pedro y Diego Costa. La baraja de variantes ofensivas dejaron a Eslovaquia minimizada al máximo. Su dibujo 4-5-1 se vio superado y su esperanza al contraataque no tuvo el premio de la ida.

Ayer, no hubo tiempo para la duda. A los segundos España golpeó por primera vez. El buen movimiento del balón con cambio de banda descolocó a la defensa, Silva inventó el pase perfecto y Jordi Alba sorprendió desde atrás para sumar un nuevo gol importante. Su cabezazo a placer encontró al portero vencido a media salida.

La mejor recompensa estaba conseguida en cinco minutos. España remaría con viento a favor, obligando a su rival a cambiar su planteamiento presionada también por el triunfo de Ucrania. No pesó lo sentimental en Del Bosque para la titularidad de Cazorla en Oviedo. Cesc ganó el pulso, a dos partidos de ser centenario, pieza clave para terminar de rematar la integración de Diego Costa.

El juego directo de Eslovaquia puso a prueba la velocidad de Ramos y Piqué, sometido a un absurdo debate en la grada tras escuchar otra vez silbidos que eran contrarrestados con aplausos. No le afectaron, impecable todo el encuentro.

Los centros continuos desde las dos bandas buscaban rematador, pero el que remataba era Jordi Alba que tuvo otro testarazo para marcar su doblete. No los encontró Diego Costa, que sí sacó máximo provecho a un mínimo espacio cuando España pudo jugar directo. Cesc vio su movimiento a la media hora de juego y el mínimo contacto con el portero, buscado por Costa, con caída invitó al árbitro a señalar penalti. Iniesta lo definió.

Eslovaquia estaba en la lona y no encontraba síntomas que le hiciesen pensar estar mejor. Agobiado por la presión de España, con Busquets multiplicándose y robando en banda como apareciendo al borde del área para asistir e incluso disparar para cerrar el primer acto.

Los errores de Zilina estaban apuntados. No había opción al exceso de confianza, aunque en el segundo acto bajase el ritmo pero siempre con el dominio de la roja. El objetivo de asaltar el liderato estaba conseguido.

Silva amplió su noche idílica con un gesto de pura calidad en carrera pero estrelló su disparo en el lateral de la red con el exterior del pie izquierdo.

Eslovaquia encontró ocasiones porque no tuvo opciones. El dominio de España fue aplastante, con jugadas que mostraban su filosofía como el centro de Juanfran y el remate de Jordi Alba, dos laterales fabricando la ocasión.

La goleada no llegó porque España no mostró pegada. Ni un robo de Pedro dentro del área rival acabó en gol. David Silva amagó demasiado y su disparo lo sacó la defensa, Cesc no definió bien. Busquets soltó un taconazo en vez de disparar en otra clara acción y la chilena de Diego Costa la mandó a las nubes de nuevo Silva. Alcácer no mejoró el panorama y Cazorla recibió todo el cariño de su gente. Objetivo conseguido. Llega la hora de rematar la clasificación, ahora ya con viento a favor.