Acusado en ocasiones de blando, de falto de carácter, la realidad es que es difícil encontrar un tipo más comprometido con el equipo que Pau Gasol. El jugador con mejor palmarés en la historia del baloncesto español rejuvenece con la roja y a sus 35 años se entrega como un juvenil que debe labrarse el futuro. El último ejemplo lo dio el pasado sábado en el choque de octavos de final del Eurobasket ante Polonia, cuando sufría un pinchazo en el gemelo de la pierna derecha en el calentamiento.

"Estaba dibujando el primer sistema en la pizarra y digo: 'Pau te pones aquí'. Giro la cabeza y ¿dónde está Pau? Se había ido al vestuario porque había sentido un pinchazo. Llega, se pone a jugar y me dicen los médicos que no podía estar en pista más de cinco minutos seguidos. Y yo, disciplinado, a los cinco minutos pido el cambio. Y Pau que dice que no, que sigue. Y luego le ha salido el partido que le ha salido", comentó el seleccionador, Sergio Scariolo.

El partido que le había salido se resume en 30 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias (es el máximo anotador del campeonato, con 23 puntos de media, y el quinto reboteador, con 7,8 por encuentro), aunque su influencia fue mucho más allá de los números. Tiró del carro y alumbró a la roja cada vez que los polacos amenazaban en el marcador.

"No me voy a bajar del barco ni ahora ni nunca. He jugado con molestias pero he podido aguantar", señaló el pívot. ¿Estará mañana ante Grecia? Lo tiene claro: "Juego sí o sí". "Tenía el gemelo tocado pero no hacía más que animarnos a los demás. Es nuestro líder", comentó Mirotic, su compañero en los Chicago Bulss. La sentencia final la pone Scariolo: "Solo puedo estar agradecido a mi destino de entrenador por haber estado tanto tiempo con alguien como Pau".