Francia, la anfitriona y vigente campeona continental, y España, campeona de las dos anteriores ediciones, disputan esta noche en el espectacular estadio futbolístico de Lille reconvertido en cancha de baloncesto una semifinal del Eurobasket con auténticos galones de espectáculo superlativo. Primero, por los premios en sí que aguardan al vencedor, que se garantiza la medalla de plata como mal menor y, especialmente, el pasaporte directo a los Juegos de Río de Janeiro del próximo año sin necesidad de pasar por el Preolímpico que aguardará al perdedor; segundo, por el altísimo nivel de sus protagonistas, con dos jugadores de la talla del base francés Toni Parker y del pívot español Pau Gasol al frente de dos bancadas magníficas.

Emoción, ilusión, tensión y hasta la necesaria dosis de revancha salpimentan el choque, pues los jugadores españoles tienen aún clavada la espina del 65-52 sufrido el pasado año en Madrid ante los galos en los cuartos de final del Mundial, derrota que apartaba entonces a la Roja de la lucha por las medallas.

Para España será nada menos que su novena semifinal consecutiva en un Campeonato de Europa. Nada menos. De las ocho anterior superó cinco, pero probablemente ninguna de ellas con tantas dificultades como las que le esperan esta noche. Porque Francia tiene la mejor selección de los últimos años con seis jugadores NBA en sus filas (Parker y Diaw en San Antonio, Batum en Charlotte, Lauvergne en Denver, Gobert en Utah y Fournier en Orlando; además de De Colo y Gelebale que este año regresarán a Europa) y en España son más los ÑBA que se han quedado fuera por lesión (Ibaka, Calderón y Rubio) o por necesario descanso (Marc Gasol), que los que han venido (Pau Gasol y Niko Mirotic).

El plantel galo, así, ofrece a su técnico, Vincent Collet, un banquillo más profundo y, gracias a ello, un menor desgaste en las rotaciones que con el que cuenta Sergio Scariolo, quien últimamente, además, sólo ha podido echar mano de Rudy Fernández con cuentagotas debido a sus problemas en la espalda. Cierto que la batalla al final se reduce a un cinco contra cinco sobre el parqué, pero aquí es donde la ventaja de la anfitriona se dispara pues al quinteto galo se sumarán desde las gradas 25.000 aficionados locales al grito de "allez les bleus".

España llega a este choque con el tercer mejor ataque del torneo (85,9 puntos de media) pero Francia lo hace con la mejor defensa (65,4 puntos en contra) y como líder en rebotes. Ahí, en la lucha bajo los tableros, puede estar una de las claves de la semifinal. Los de Scariolo han ido ajustando la defensa con el devenir del campeonato, pasando de una media de 84 puntos en contra en los cuatro primeros partidos a los 71 de los tres últimos: 76 frente a Alemania en el cierre de la fase de grupos, 61 ante Polonia en octavos y 71 ante Grecia en cuartos.

En cualquier caso, parece claro que España depende más de Pau Gasol (su máximo anotador, reboteador y taponador) que Francia de Tony Parker. Por eso la Roja necesitará como nunca del apoyo de su segunda unidad, de tipos como Felipe Reyes, Pau Ribas o Víctor Claver, para poner rumbo a la cita de Río de Janeiro.